Finalmente, tres ex ministros de ingrata recordación, el de Defensa, David Waisman, del Interior, Fernando Rospigliosi, y el de Justicia, Fernando Olivera, dejaron sus cargos, uno por uno, como consecuencia de los errores que cometieron durante su corta gestión. El caso Echaíz había sellado su destino.
En noviembre del 2001 participaron en comparsa en una conferencia de prensa para avalar la infamante denuncia de un desconocido abogado, quien aseveró que fue secuestrado en dos oportunidades y conducido en la maletera de un automóvil ingresando a la Base Naval del Callao con el fin de entrevistarse con el recluso Montesinos Torres.
Este montaje, parte de un complot para desacreditar a la Marina de Guerra, fue desmentido categóricamente por nuestra institución mediante un comunicado oficial, después de haberse efectuado una investigación sumaria a cargo de la Inspectoría General de la Marina, que concluyó que no existía el más mínimo indicio de que esta acción pudiera haberse llevado a cabo.
En una decisión que honró al Congreso, los tres ministros fueron interpelados, lo que no se realizaba hacía más de una década en nuestro país, y esto marcó el comienzo del fin de su gestión. Su mayor castigo fue dar lástima en dicha interpelación, porque si bien la mayoría los salvó de la censura, no se atrevieron a solicitar un "Voto de Confianza" porque la patraña fue tan burda que la mayoría parlamentaria no se hubiese embarcado en tamaño despropósito, cuando mucho, les arrojó un salvavidas otorgándoles 120 días para presentar un informe ampliatorio que por cierto nunca presentaron.
En abril de este año, el fiscal especial titular de la Segunda Fiscalía Anticorrupción, luego de tres meses de investigación, corroboró el categórico desmentido de la Marina, concluyendo que no se encontraron indicios sobre la escandalosa denuncia de Echaíz.
En todo caso, este episodio ya es parte de nuestra historia naval. No me corresponde juzgar a nadie, tampoco hace falta. Un semanario de gran circulación nacional los lapidó con una carátula de "Los tres chiflados". Y en el caso de Echaíz, pienso sí que no puede haber crimen sin castigo y que quien se prestó para confabular contra nuestra Marina de Guerra debería ser sometido a la Comisión de ética profesional, si fuera cierto que es abogado colegiado, sin perjuicio de ser denunciado por el ministro de Defensa en el fuero ordinario, tal como fue solicitado oportunamente por la Comandancia General de la Marina.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 17 de agosto de 2002