Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), nuestro país ocupó en el año 2005, el puesto 79 en el Índice de Desarrollo Humano, de un total de 177 países. En el año 2001 nos encontrábamos en el puesto 73, esto significa que durante la gestión de este gobierno hemos caído 6 puestos. Asimismo, a nivel regional nos ubicamos en el puesto 14 y solo superamos a Ecuador, Bolivia y Paraguay.
El desarrollo humano es un paradigma que propone una teoría y un método de análisis referido a la expansión de las libertades y de las opciones humanas, es decir, la reducción de las privaciones, tales como la pobreza, la falta de empleo, de salud, educación, conocimientos, alimentación, servicios básicos y seguridad, entre otros.
El gobierno se ufana exageradamente por las cifras macroeconómicas alcanzadas (crecimiento promedio del 5 % del PBI, aumento del 10% en inversión privada, duplicación de las exportaciones y una baja inflación de 2.5%), sin embargo, alrededor del 50% de la población vive en condiciones de pobreza y, de ellos, un 15% vive en la indigencia o extrema pobreza, especialmente en el área rural (los pobres tienen un ingreso promedio diario de US $1.25 y los pobres extremos de US $0.72).
La explicación del motivo por el cual el desarrollo humano disminuye en el Perú a pesar de dichas cifras macroeconómicas es porque no existe un vínculo automático entre éstas y el progreso humano, sino que es indispensable, además, la inversión pública en gasto social para que la población pueda desarrollarse y desempeñarse plenamente en la vida.
Lamentablemente, en nuestro país los niveles de inversión social con respecto al PBI son ínfimos y durante este gobierno se han reducido, desde 4.8% registrado en el 2000, hasta apenas 2.3% del en el 2005. En este sentido, la estructura del presupuesto general de la República con respecto a la inversión pública y los gastos corrientes esta totalmente distorsionada. Para el presente año, por ejemplo, del total del presupuesto general de la República ascendente a S/. 51,145 millones, solo se ha considerado el 11% para inversión pública (S/. 5,625 millones) y, casi el 90%, es destinado para gastos corrientes de todos los sectores, como sueldos y salarios y, para el pago de la deuda externa e interna.
Según estudios de la UNICEF y la CEPAL, el Perú registra en la región uno de los niveles más bajos de gasto público social por habitante (GSH), equivalente a US $190 anuales, a diferencia de países más favorables como Chile (US $827) o Brasil (US $1,011). Del mismo modo, un reciente estudio publicado por el Banco Mundial (BM) señala que en el Perú el gasto público en Educación es uno de los más bajos de la región (solo Ecuador y Guatemala gastan menos en este sector), lo cual afecta medularmente nuestro desarrollo humano.
El nuevo gobierno que asuma a partir de julio de este año debe conceptuar la importancia del desarrollo humano en nuestro país y hacer un gran esfuerzo para comprender e interiorizarse con los problemas que intervienen en la reducción de privaciones de la población. Para enfrentar este reto se requiere un gobierno eficaz que además de preservar la consolidación macroeconómica, promueva el incremento del volumen, calidad y equidad del gasto social para destinarlo al desarrollo humano como un acceso imparcial de oportunidades, con el fin de mejorar la condición de vida de los ciudadanos e incrementar sus conocimientos, habilidades, capacidades y competitividad. Solo de este modo, nuestra población actuará en forma eficiente en la sociedad, lo cual es requisito indispensable y determinante para que el país sea más productivo y para que su crecimiento sea realmente sostenible.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 16 de febrero de 2006
El desarrollo humano es un paradigma que propone una teoría y un método de análisis referido a la expansión de las libertades y de las opciones humanas, es decir, la reducción de las privaciones, tales como la pobreza, la falta de empleo, de salud, educación, conocimientos, alimentación, servicios básicos y seguridad, entre otros.
El gobierno se ufana exageradamente por las cifras macroeconómicas alcanzadas (crecimiento promedio del 5 % del PBI, aumento del 10% en inversión privada, duplicación de las exportaciones y una baja inflación de 2.5%), sin embargo, alrededor del 50% de la población vive en condiciones de pobreza y, de ellos, un 15% vive en la indigencia o extrema pobreza, especialmente en el área rural (los pobres tienen un ingreso promedio diario de US $1.25 y los pobres extremos de US $0.72).
La explicación del motivo por el cual el desarrollo humano disminuye en el Perú a pesar de dichas cifras macroeconómicas es porque no existe un vínculo automático entre éstas y el progreso humano, sino que es indispensable, además, la inversión pública en gasto social para que la población pueda desarrollarse y desempeñarse plenamente en la vida.
Lamentablemente, en nuestro país los niveles de inversión social con respecto al PBI son ínfimos y durante este gobierno se han reducido, desde 4.8% registrado en el 2000, hasta apenas 2.3% del en el 2005. En este sentido, la estructura del presupuesto general de la República con respecto a la inversión pública y los gastos corrientes esta totalmente distorsionada. Para el presente año, por ejemplo, del total del presupuesto general de la República ascendente a S/. 51,145 millones, solo se ha considerado el 11% para inversión pública (S/. 5,625 millones) y, casi el 90%, es destinado para gastos corrientes de todos los sectores, como sueldos y salarios y, para el pago de la deuda externa e interna.
Según estudios de la UNICEF y la CEPAL, el Perú registra en la región uno de los niveles más bajos de gasto público social por habitante (GSH), equivalente a US $190 anuales, a diferencia de países más favorables como Chile (US $827) o Brasil (US $1,011). Del mismo modo, un reciente estudio publicado por el Banco Mundial (BM) señala que en el Perú el gasto público en Educación es uno de los más bajos de la región (solo Ecuador y Guatemala gastan menos en este sector), lo cual afecta medularmente nuestro desarrollo humano.
El nuevo gobierno que asuma a partir de julio de este año debe conceptuar la importancia del desarrollo humano en nuestro país y hacer un gran esfuerzo para comprender e interiorizarse con los problemas que intervienen en la reducción de privaciones de la población. Para enfrentar este reto se requiere un gobierno eficaz que además de preservar la consolidación macroeconómica, promueva el incremento del volumen, calidad y equidad del gasto social para destinarlo al desarrollo humano como un acceso imparcial de oportunidades, con el fin de mejorar la condición de vida de los ciudadanos e incrementar sus conocimientos, habilidades, capacidades y competitividad. Solo de este modo, nuestra población actuará en forma eficiente en la sociedad, lo cual es requisito indispensable y determinante para que el país sea más productivo y para que su crecimiento sea realmente sostenible.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 16 de febrero de 2006