El 26 de junio de 1945, cuando ya había concluido la Segunda Guerra Mundial en Europa, representantes de 51 Estados -entre ellos el Perú- suscribieron en San Francisco la Carta de las Naciones Unidas. Cuatro meses después, el 24 de octubre, se instituyó oficialmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Tratando de lograr una actuación más decisiva que su antecesora -la Sociedad de Naciones-, EE UU influyó en el otorgamiento de capacidad de veto para las cinco potencias triunfadoras: EE UU, Rusia, Inglaterra, Francia y China. La Asamblea General cuenta actualmente con 192 miembros, pero solo las resoluciones del Consejo de Seguridad -5 miembros con derecho a veto más 10 no permanentes- tienen efecto vinculante. En definitiva, es una organización que dista mucho de ser representativa.
Recordemos como EE UU, en el 2002, logró una resolución que lo autorizaba explícitamente a usar la fuerza en Irak sin agotar la vía pacífica y ésta se hizo realidad el 2003 con sus actuales consecuencias: además de 3,000 soldados norteamericanos muertos, según un estudio de la revista británica “The Lancet” los iraquíes suman más de 650,000 civiles muertos. Asimismo, la actuación del Consejo fue muy cuestionada en las intervenciones militares de EE UU en Grenada (1983), Panamá (1989) y Kosovo (1999).
En este contexto, el 1 de enero de 2007, el surcoreano Ban Ki-Moon asumió la Secretaría General en la que enfrentará grandes desafíos: el cambio climático, acceso al agua, energía sustentable, control de enfermedades infecciosas, terrorismo, pobreza, proliferación de armas nucleares, y, además, muchos países en conflicto: Irák, Irán, Afganistán, Palestina, Líbano, Somalia, Myanmar, Sudán, Corea del Norte.
Existe unanimidad en que la ONU requiere reformar el Consejo de Seguridad para enfrentar estos desafíos y adaptarse a las realidades actuales, sin embargo, desde el último cambio en 1965 -se aumentaron de 11 a 15 miembros-, los intentos han resultado infructuosos. En mayo 2005, en una de las muchas propuestas que no han prosperado, Alemania, Brasil, India y Japón recomendaron ampliar el número de miembros de 15 a 25, creando 6 nuevos miembros permanentes con derecho a veto (2 por Asia, 1 por América Latina, 1 por Europa, 2 por África) y 4 no permanentes.
Lo cierto es que, el deseo de las cinco potencias con derecho a veto de no compartir el poder y la falta de acuerdo de los 192 estados miembros para concretar dicha reforma, nos demuestran que después de 61 años, la ONU -con un presupuesto anual de US$ 8,000 millones, una reciente aprobación de US$ 1,870 millones para remodelar su sede y 130,000 personas que trabajan para la organización-, no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para cumplir su misión de promover la paz y seguridad mundial.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 20 de enero de 2007
Tratando de lograr una actuación más decisiva que su antecesora -la Sociedad de Naciones-, EE UU influyó en el otorgamiento de capacidad de veto para las cinco potencias triunfadoras: EE UU, Rusia, Inglaterra, Francia y China. La Asamblea General cuenta actualmente con 192 miembros, pero solo las resoluciones del Consejo de Seguridad -5 miembros con derecho a veto más 10 no permanentes- tienen efecto vinculante. En definitiva, es una organización que dista mucho de ser representativa.
Recordemos como EE UU, en el 2002, logró una resolución que lo autorizaba explícitamente a usar la fuerza en Irak sin agotar la vía pacífica y ésta se hizo realidad el 2003 con sus actuales consecuencias: además de 3,000 soldados norteamericanos muertos, según un estudio de la revista británica “The Lancet” los iraquíes suman más de 650,000 civiles muertos. Asimismo, la actuación del Consejo fue muy cuestionada en las intervenciones militares de EE UU en Grenada (1983), Panamá (1989) y Kosovo (1999).
En este contexto, el 1 de enero de 2007, el surcoreano Ban Ki-Moon asumió la Secretaría General en la que enfrentará grandes desafíos: el cambio climático, acceso al agua, energía sustentable, control de enfermedades infecciosas, terrorismo, pobreza, proliferación de armas nucleares, y, además, muchos países en conflicto: Irák, Irán, Afganistán, Palestina, Líbano, Somalia, Myanmar, Sudán, Corea del Norte.
Existe unanimidad en que la ONU requiere reformar el Consejo de Seguridad para enfrentar estos desafíos y adaptarse a las realidades actuales, sin embargo, desde el último cambio en 1965 -se aumentaron de 11 a 15 miembros-, los intentos han resultado infructuosos. En mayo 2005, en una de las muchas propuestas que no han prosperado, Alemania, Brasil, India y Japón recomendaron ampliar el número de miembros de 15 a 25, creando 6 nuevos miembros permanentes con derecho a veto (2 por Asia, 1 por América Latina, 1 por Europa, 2 por África) y 4 no permanentes.
Lo cierto es que, el deseo de las cinco potencias con derecho a veto de no compartir el poder y la falta de acuerdo de los 192 estados miembros para concretar dicha reforma, nos demuestran que después de 61 años, la ONU -con un presupuesto anual de US$ 8,000 millones, una reciente aprobación de US$ 1,870 millones para remodelar su sede y 130,000 personas que trabajan para la organización-, no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para cumplir su misión de promover la paz y seguridad mundial.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 20 de enero de 2007