El pasado día 4 se produjo una inédita y peligrosa colisión entre dos submarinos nucleares en el océano Atlántico, uno francés “Le Triomphant” y el otro británico MMS “Vanguard” ocasionando serios daños estructurales que para su reparación obligará al retiro de sus armas nucleares de abordo. Recién el día 16 fue confirmado el accidente por el ministerio de Defensa británico y la Marina Nacional francesa. Ambos submarinos de similares características, tienen una eslora (largo) de 150 metros, una dotación de 135 tripulantes y cada uno estaba provisto de 48 cabezas nucleares y 16 misiles balísticos Trident.
La experiencia de haber servido por más de 20 años en la Fuerza de Submarinos y haber efectuado ejercicios con submarinos nucleares, me permite deducir la casi nula posibilidad que estos dos submarinos navegando en forma independiente puedan haberse acercado en rumbo de colisión sin detectarse mutuamente, ya que cuentan con equipos electrónicos de muy alta tecnología y además durante sus tránsitos en patrullaje la operación del reactor nuclear y la cavitación de sus hélices generan mayores niveles de ruido que los submarinos convencionales, siendo más detectables por sonar.
Esta gravísima colisión nuclear –que ocurre por primera vez en el mundo– pudo haberse producido en una situación en que ambos submarinos (de países aliados) se encontraban realizando maniobras conjuntas en una área de operaciones predeterminada (probablemente cercana a la península Ibérica), por lo que estarían navegando a muy bajas velocidades o uno de ellos parado y sin propulsión, lo cual habría dificultado su detección por sonar, sumado esto a posibles fallas de comunicación y a un peligroso acercamiento entre ellos encontrándose en un mismo estrato de profundidad.
En el caso de haberse producido una colisión más fuerte con rotura de casco resistente y averías en el reactor nuclear, el desastre pudo alcanzar muy grandes proporciones de inimaginables consecuencias. El reactor utiliza como mecanismo de propulsión agua presurizada con alta densidad de potencia, empleando como energía uranio altamente enriquecido (U 235) lo que le permite al submarino operar indefinidamente en inmersión, teniendo como única limitación la resistencia física y psicológica de la tripulación (un promedio de tres meses). En dicha situación, además de la pérdida de la tripulación y del submarino, hubiera causado enormes efectos térmicos y liberación masiva de radioactividad al mar, y las armas nucleares se hubieran diseminado en el lecho marino con sus consecuentes daños ecológicos.
La experiencia de haber servido por más de 20 años en la Fuerza de Submarinos y haber efectuado ejercicios con submarinos nucleares, me permite deducir la casi nula posibilidad que estos dos submarinos navegando en forma independiente puedan haberse acercado en rumbo de colisión sin detectarse mutuamente, ya que cuentan con equipos electrónicos de muy alta tecnología y además durante sus tránsitos en patrullaje la operación del reactor nuclear y la cavitación de sus hélices generan mayores niveles de ruido que los submarinos convencionales, siendo más detectables por sonar.
Esta gravísima colisión nuclear –que ocurre por primera vez en el mundo– pudo haberse producido en una situación en que ambos submarinos (de países aliados) se encontraban realizando maniobras conjuntas en una área de operaciones predeterminada (probablemente cercana a la península Ibérica), por lo que estarían navegando a muy bajas velocidades o uno de ellos parado y sin propulsión, lo cual habría dificultado su detección por sonar, sumado esto a posibles fallas de comunicación y a un peligroso acercamiento entre ellos encontrándose en un mismo estrato de profundidad.
En el caso de haberse producido una colisión más fuerte con rotura de casco resistente y averías en el reactor nuclear, el desastre pudo alcanzar muy grandes proporciones de inimaginables consecuencias. El reactor utiliza como mecanismo de propulsión agua presurizada con alta densidad de potencia, empleando como energía uranio altamente enriquecido (U 235) lo que le permite al submarino operar indefinidamente en inmersión, teniendo como única limitación la resistencia física y psicológica de la tripulación (un promedio de tres meses). En dicha situación, además de la pérdida de la tripulación y del submarino, hubiera causado enormes efectos térmicos y liberación masiva de radioactividad al mar, y las armas nucleares se hubieran diseminado en el lecho marino con sus consecuentes daños ecológicos.
Durante décadas, EE UU, Reino Unido, Francia, además de Rusia y China, han construido y operado estos submarinos altamente disuasivos realizando grandes inversiones –un submarino nuclear cuesta alrededor de US$ 3,000 millones, aparte de las armas nucleares e infraestructura de base, cuyo monto podría quintuplicar esta cifra–, sin embargo son también muy vulnerables a los accidentes. En dichos países se han reportado desde la década de los 50 cientos de accidentes, desde hundimientos –como el del submarino norteamericano USS “Thresher” en agosto de 1963 o el ruso K-141 “Kursk” en agosto del 2000– hasta filtraciones y derrames nucleares mayormente por averías en los sistemas componentes de los reactores, pero sin darse a conocer detalles de las fallas o sus consecuencias ambientales producidas, argumentando que se tratan de secretos de Estado.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 21 de febrero de 2009