Hace pocos días el periodista Jaime de Althaus publicó en un diario local (El Comercio 23 de agosto de 2002) un artículo titulado Falsos Nacionalismos -el cual se incluye al final de este artículo- como respuesta a algunos artículos periodísticos y entrevistas en los que se opinaba sobre la conveniencia de que el presidente Alejandro Toledo debía tratar con su homólogo de Chile el tema de la frontera marítima.
Cuestionaba que el tema de la frontera marítima fuera ventilado públicamente porque “luego de varios actos de reconocimiento tácito de ese límite, resulta folclórico o infantil plantear, como pretenden, un contencioso en torno a este tema”.
Se trata de un artículo de opinión cuyo contenido responde a la forma de pensar de quien lo escribe. Lo cuestionable, en todo caso, es que se siembre la desunión entre los peruanos en temas que afectan los intereses nacionales. El rol de los medios de comunicación es orientar a la opinión pública y no confundirla. El nacionalismo es uno solo. No hay nacionalismo falso ni acertado. Si se persigue silenciar a los que exigen la firma de un tratado de límites marítimos con Chile en términos equitativos -y no en términos de “cooperación” como postula Jaime de Althaus- sólo se conseguirá que ese país se apodere, por inacción, del uso indebido e ilícito de los 35,000 km2 de mar peruano. Esto, por cierto, lo ha venido haciendo desde hace 48 años sin la existencia de un tratado de límites fronterizos como lo dispone el derecho internacional.
Jaime de Althaus manifiesta además que “en 1968 se llegó al extremo, a iniciativa de la propia Marina de Guerra del Perú, de proponerle a Chile la construcción de dos torres de enfilamiento”. Acusar sin fundamento a nuestra institución por dichas instalaciones no puede ser por desconocimiento: es ocultar deliberadamente que la política exterior la decide el presidente de la República y no las Fuerzas Armadas.Quienes ponemos la cara y la firma para defender el patrimonio nacional somos los peruanos conscientes de que existe, desde hace medio siglo, un diferendo fronterizo con Chile. Este hecho, sin duda, no es una posición que “difiere pequeñamente” como lo manifestó el jefe del Estado, Alejandro Toledo, durante una conferencia de prensa en la Casa de la Moneda.
Publicado en el diario CORREO, fecha 30 de agosto 2002
FALSOS NACIONALISMOS (EL COMERCIO 23 de agosto de 2002)
JAIME DE ALTHAUS
No se sirve los intereses nacionales cuando se levanta, como se está haciendo, el tema de la frontera marítima con Chile. Este es un asunto en el que el Perú, lamentablemente, en varias ocasiones ha reconocido, implícita o explícitamente, el criterio de los paralelos para definir límites marítimos. Bustamante, Odría, Belaunde y Velasco Alvarado (entre ellos, dos militares) comparten ese honor.
En 1968 se llegó al extremo, a iniciativa de la propia Marina de Guerra del Perú, de proponerle a Chile la construcción de dos torres de enfilamiento (dos faros) en el mar para que las bolicheras peruanas supieran dónde está el límite y no lo sobrepasaran.
Entonces, luego de varios actos de reconocimiento tácito de ese límite (aunque no se haya firmado tratado al respecto), resulta folclórico o infantil plantear, como pretenden algunos, un contencioso en torno a este tema. Cierto es que el criterio del paralelo no es justo y nos perjudica grandemente. Pero si, en la práctica, lo hemos reconocido de una u otra manera, la única forma de conseguir un régimen más equitativo es mediante conversaciones reservadas en un marco de cooperación, de confianza mutua, no de confrontación.
Para eso, lo peor que se puede hacer es crear un clima belicoso para la visita del presidente Toledo a Chile. Es lo que los chilenos quisieran. No es nacionalista provocar negativas rotundas o definitivas que después ni ellos puedan rectificar.
Quienes ahora levantan esta raída bandera nada o casi nada dijeron cuando hasta hace poco se escuchaban declaraciones oficiales peruanas comprensivas de una eventual decisión boliviana de sacar el gasoducto por Chile. Esas son las batallas que hay que dar. De hecho, ya el nuevo canciller, Allan Wagner, ha cambiado el tono y acaba de argumentar, por ejemplo, que la salida por el Perú no es tanto más cara como dicen los chilenos. Está desarrollando una estrategia, por fin.
El verdadero nacionalismo consiste en convertirnos en un país serio, creíble, predecible; en un Estado de derecho cotidiano, concreto. Solo así atraeremos capital y lograremos la fuerza económica suficiente para respaldar nuestras posiciones internacionales.