El pasado día 20 se presentó en Cancún, México, el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “La era de la productividad: cómo tranformar las economías desde sus cimientos”, el que evalúa la situación de productividad de 76 países –incluyendo 17 de América Latina y el Caribe– con respecto a la productividad de EE UU, durante el período 1960-2005. El concepto fundamental del estudio, tal como lo planteó uno de sus autores, Santiago Levy, es que no se trata de elevar la inversión para crecer más: “es necesario detonar el crecimiento de la productividad”.
A nivel global, China fue el país que más aumentó su productividad (+219.4%). En Sudamérica, el Perú disminuyó en -26%, más que Colombia (-17.1%), Bolivia (-16.7%), Uruguay (-14.4%), Ecuador (-12.4%) y Brasil (-2.5%); solo Chile aumentó (+ 18.9%). Si bien el estudio no abarca el período 2006-2010 en que el Perú mostró una recuperación en su crecimiento hasta 9.8% en 2008 –reduciéndose a 1% en 2009 y se prevé 5.0% en 2010–, sin embargo, las causas de una baja productividad se mantienen a nivel nacional.
Entre ellas, una economía basada en recursos naturales y bajos costos de producción que adolece de una reducida capacidad para introducir innovación en los procesos productivos, en lo organizativo y en la aplicación de nuevas tecnologías y mejores conocimientos científicos, que incrementen la creación de su valor. Asimismo, marcado deterioro del mercado laboral por empleo precario y falta de éste (en Lima solo el 47.3% de una PEA de 4’786,500 personas está adecuadamente empleada, el 43.1% subempleada con mínimos sueldos y sin seguros sociales, y 9.6% desocupada); bajos ingresos per cápita; informalidad y falta de mano de obra calificada; rezagada productividad del sector servicios; competencia de empresas por reducciones laborales y no por expansión de inversiones ni aumento de competitividad; e ineficiencia en la inversión pública descentralizada.
Bajo este panorama, el gobierno tiene la obligación de solucionar el escenario laboral en la creación de empleo digno; implementación de políticas sociales para reducir la informalidad; apoyo a las pequeñas y micro empresas (MYPES) para su formalidad, acceso al crédito, ingreso a los mercados nacionales e internacionales, y en tecnología y competitividad, para que puedan crecer en tamaño y productividad –de 300,000 creadas anualmente, 200,000 fracasan–; y perfeccionar el sistema de ciencia y tecnología e innovación en el sector público y privado, a nivel nacional.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 27 de marzo de 2010
A nivel global, China fue el país que más aumentó su productividad (+219.4%). En Sudamérica, el Perú disminuyó en -26%, más que Colombia (-17.1%), Bolivia (-16.7%), Uruguay (-14.4%), Ecuador (-12.4%) y Brasil (-2.5%); solo Chile aumentó (+ 18.9%). Si bien el estudio no abarca el período 2006-2010 en que el Perú mostró una recuperación en su crecimiento hasta 9.8% en 2008 –reduciéndose a 1% en 2009 y se prevé 5.0% en 2010–, sin embargo, las causas de una baja productividad se mantienen a nivel nacional.
Entre ellas, una economía basada en recursos naturales y bajos costos de producción que adolece de una reducida capacidad para introducir innovación en los procesos productivos, en lo organizativo y en la aplicación de nuevas tecnologías y mejores conocimientos científicos, que incrementen la creación de su valor. Asimismo, marcado deterioro del mercado laboral por empleo precario y falta de éste (en Lima solo el 47.3% de una PEA de 4’786,500 personas está adecuadamente empleada, el 43.1% subempleada con mínimos sueldos y sin seguros sociales, y 9.6% desocupada); bajos ingresos per cápita; informalidad y falta de mano de obra calificada; rezagada productividad del sector servicios; competencia de empresas por reducciones laborales y no por expansión de inversiones ni aumento de competitividad; e ineficiencia en la inversión pública descentralizada.
Bajo este panorama, el gobierno tiene la obligación de solucionar el escenario laboral en la creación de empleo digno; implementación de políticas sociales para reducir la informalidad; apoyo a las pequeñas y micro empresas (MYPES) para su formalidad, acceso al crédito, ingreso a los mercados nacionales e internacionales, y en tecnología y competitividad, para que puedan crecer en tamaño y productividad –de 300,000 creadas anualmente, 200,000 fracasan–; y perfeccionar el sistema de ciencia y tecnología e innovación en el sector público y privado, a nivel nacional.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 27 de marzo de 2010