El pasado día 7 fue presentado el “Ranking Mundial de Universidades en la web” del Consejo Superior de Investigación Científica, cuyo objetivo es el de reflejar la actividad y calidad global de 19,266 universidades a nivel mundial. De nuestras excesivas 100 universidades para las reales necesidades del país –65 privadas y 35 públicas– solo dos aparecen entre los 1,000 primeros puestos: Universidad Nacional Mayor de San Marcos (643°), y Pontificia Universidad Católica del Perú (870°). Nuestras universidades han crecido vertiginosa y desordenadamente, pero además, el fácil ingreso y la gran oferta de carreras, principalmente de humanidades y ciencias administrativas –y no de investigación científica y tecnología–, solo explotan las legítimas aspiraciones de las familias y los jóvenes a acceder a una educación superior. Asimismo, la cantidad de profesionales que egresa de ellas se incrementa exponencialmente sin poder ser incorporados al mercado laboral por falta de empleo; además, muchos perfiles profesionales no corresponden a nuestra realidad, obligándolos a dedicarse a otras actividades.
En este contexto una verdadera alternativa es la formación técnica de nivel superior con carreras más cortas y con oportunidad de más jóvenes para acceder a mejores oportunidades laborales, sin embargo, falta decisión y esfuerzo nacional para crear nuevos centros de formación técnica, y potenciar los pocos que existen, en especial en las regiones y zonas rurales. Por esta carencia no contamos con “mano de obra calificada” para industrializar nuestros recursos naturales, especialmente los mineros, cuyos altos precios internacionales generan coyunturalmente un alto crecimiento económico, pero lamentablemente son perecederos y solo explotados primariamente, sin abordar su transformación y uso comercial.
Bajo este panorama, el sistema educativo peruano privilegia la carrera universitaria y no asegura mínimos niveles de calidad para la formación técnica, fundamentalmente porque no se ha adecuado a la evolución del desarrollo de la producción, a la demanda ocupacional, a los cambios y tendencias de la ciencia, tecnología, innovación, competitividad, y a la globalización. Esta situación exige la indispensable atención del gobierno a la educación técnica –tema que debería ser debatido por los candidatos presidenciales– debiendo alentar su crecimiento y desarrollo y actualización pedagógica, así como la formación de profesores en especialidades técnicas y la creación de institutos y centros de educación capacitados para impartir educación técnica de calidad, especialmente en las regiones y áreas rurales, lo cual contribuirá al desarrollo nacional y al bienestar social.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 19 de febrero de 2011