En un artículo anterior publicado en esta misma columna (Expreso, 3 de abril de 2010) avizoramos que el tema de la salida al mar de Bolivia se tornaba muy complejo para el actual gobierno de Sebastián Piñera, ya que a pesar de que ambos países no tienen relaciones diplomáticas desde hace casi medio siglo –en abril de 1962 Bolivia rompió relaciones por la utilización unilateral de Chile de las aguas del río Lauca, reanudándose solo entre 1975 y 1978 para negociar una salida al mar, la cual fracasó–, desde el 2006 los dos anteriores gobiernos chilenos de la Concertación suscribieron con Bolivia una agenda “sin exclusiones” que incluía la salida al mar, creándole expectativas a este país, pero al asumir el presidente Piñera, el 11 de marzo de 2010, reiteró que no consideraría el tema de soberanía marítima, y aunque ha seguido reuniéndose con el presidente Morales hasta en siete oportunidades, no se han logrado acuerdos.
El presidente boliviano Evo Morales fijó como plazo al gobierno chileno el 23 de marzo –Día del Mar– para que presente propuestas concretas sobre la salida al mar, y ante la respuesta que “Chile trabaja por resultados y no por fechas” anunció que acudirá a tribunales y organismos internacionales para “demandar a Chile en derecho y en justicia de una salida libre y soberana al océano Pacífico” lo cual ha sido respaldado por ex presidentes bolivianos. Para tal fin creará una Dirección General de Reivindicación Marítima que concretará las acciones jurídicas ante los tribunales internacionales –para acudir a La Haya tendría previamente que ratificar el Tratado de Bogotá–. Otro punto que incide en el problema es que la Constitución de Bolivia promulgada el 2009 declara (art. 267): “el derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo” considerando su solución “como objetivo permanente e irrenunciable”. Por su parte, Chile considera “inaceptable” la posición boliviana, por pretender cambiar, mediante recursos judiciales internacionales, el Tratado de 1904 que acuerda la paz y establece los límites entre ambos países.
Bajo este panorama, con posiciones extremadamente contradictorias sobre la aspiración boliviana de una salida al mar con soberanía como requisito sine qua non y la negación absoluta chilena sobre esta posibilidad, y asimismo, sin un sistema de interacción estrecha, y con la nueva posición boliviana de demandar a Chile, se abre una gran incógnita sobre el futuro del diálogo en curso que ya lleva más de 5 años –según Evo Morales “Chile solo buscó perder el tiempo”–, lo que podría ocasionar una pérdida de confianza mutua y un complejo e impredecible escenario entre ambos países.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 2 de abril de 2011