Lima se encuentra situada en un ambiente muy árido, y es considerada, después de El Cairo en Egipto, la ciudad más desértica del mundo. El pasado 19 de diciembre, el decano del Colegio de Ingenieros, Luis Mejía, advirtió que Lima colapsará en el 2020 si no se implementan políticas de largo plazo para reducir su consumo. Asimismo, un estudio del periodista alemán, Claus Kleber, presentado en noviembre pasado, asegura que nuestra capital se verá seriamente afectada por el calentamiento global, siendo la primera ciudad del mundo que en algunos años se verá desabastecida de agua, ocasionando masivas emigraciones.
La población de Lima y Callao, actualmente bordea los 9 millones de habitantes y la producción anual de agua del Servicio de Agua potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) es de 660 millones de m3, sin embargo, las pérdidas son realmente impresionantes. Según la jefatura de proyectos de Sedapal, por redes en mal estado y conexiones clandestinas se pierde anualmente el 36% (237 millones de m3), y como el consumo promedio anual por persona (lavado, baño, bebida y otros) es 90 m3 (250 litros diarios), estas pérdidas ocasionan la desatención de más de 2.6 millones de pobladores de asentamientos humanos y zonas marginales. Pero lo más grave es que el 13% de habitantes de Lima y Callao (1.2 millones) no tiene este servicio, siendo remplazado por camiones cisternas, pilones, piletas públicas o sistemas mixtos.
Bajo este panorama, Lima es una ciudad bastante frágil en sus recursos hídricos. El Río Rímac, que es su fuente principal, se encuentra muy contaminado por relaves mineros, desechos químicos e industriales, desagües y basura –80 puntos de grave contaminación– en muchos tramos de su recorrido de 125 kilómetros desde las alturas de los Andes –5,000 msnm– hasta La Atarjea, donde cada vez es más difícil y más cara su potabilización. Durante los meses de invierno, por ausencia de lluvias en la sierra central, el Rímac recibe agua de las represas de las cuencas altas –Marcapomacocha, Santa Eulalia y San Mateo– que almacenan 280 millones de m3, pero en caso de sequía no cubrirían las necesidades, además, se emplean aguas subterráneas, pero están disminuyendo gradualmente.
El gobierno debería considerar acciones urgentes en Lima para enfrentar graves situaciones, entre ellas, el crecimiento demográfico, la expansión urbana y los efectos del cambio climático sobre las reservas de agua; asimismo, asignar mayores recursos para mejora de los servicios de agua con obras de almacenamiento, saneamiento, tratamiento de aguas superficiales y residuales, sostenibilidad de los sistemas; y además, poner mayores esfuerzos en buscar otras fuentes de abastecimiento, descontaminar el río Rímac, e implementar una cultura de ahorro del agua y su valorización como recurso indispensable para la vida.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 7 de enero de 2012