El pasado 26 de enero, durante la reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM) realizada en Davos, Suiza, fue presentado el Índice de Actuación Medioambiental (EPI) de 132 países del mundo, elaborado por investigadores y expertos medioambientales de las universidades estadounidenses de Yale y Columbia, en colaboración con el FEM, el cual, mediante 34 criterios analizados, determina el desempeño medioambiental de los países de acuerdo a la aplicación de políticas y acciones para reducir los efectos ambientales en la salud humana y en la promoción de la vitalidad del ecosistema.
Los resultados del EPI demuestran un preocupante desempeño medioambiental peruano. Entre los 132 países del mundo –en que Suiza lidera el ranking– ocupamos el puesto 81°, y en muchos criterios evaluados ocupamos los últimos lugares, entre ellos, efectos contaminantes del aire sobre la mortalidad ambiental e infantil (puesto 101°) y sobre el ecosistema (119°), efectos del agua potable en la salud humana (100°) y del saneamiento (95°), pesca de arrastre y sobrexplotación (94°) y cobertura forestal y pérdida de bosques (94°), además de una gran tendencia de afectación del cambio climático (108°). Dentro de los países de América –incluidos EE UU y Canadá– Costa Rica lidera el ranking, y por el contrario, el Perú, se ubica en los 5 últimos puestos, junto con Trinidad y Tobago, Guatemala, México y Haití.
Bajo este panorama, estos resultados reflejan claramente nuestra realidad ambiental. En la capital y grandes ciudades, los altos niveles de contaminación del aire producidos por partículas PM 2.5 y gases tóxicos del parque automotor y la industria, superan ampliamente los límites permisibles, penetrando por las vías respiratorias y alojándose en los alvéolos pulmonares causando graves enfermedades respiratorias y cardiovasculares, e incluso casos de cáncer pulmonar detectados por el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN).
Además, nuestro ecosistema esta seriamente afectado por graves daños de la minería, especialmente la informal, y por 6,800 pasivos mineros abandonados desde hace décadas; por los desagües que contaminan ríos y playas; por la basura ambiental que aumenta por problemas de recolección, botaderos, tratamiento de desechos y reciclaje; y por la degradación y mal uso de nuestros recursos pesqueros y forestales.
El gobierno y las autoridades ambientales deben superar la frágil política e institucionalidad ambiental, carente de fiscalización y control y que opera con insuficientes recursos, y asimismo, deben implementar políticas y acciones para revertir estos resultados y mejorar nuestra deteriorada situación ambiental. Conjuntamente con los campos social y económico, el medio ambiente representa uno de los tres pilares indispensables para el logro de nuestro desarrollo sostenible.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo, publicado en el diario EXPRESO, fecha 11 de febrero de 2012