El
pasado día 3 la Contraloría General de la República, tras cuatro auditorías, informó
que nuestro santuario histórico de Machu Picchu ha sido puesto en riesgo de
ingresar a la “Lista del Patrimonio Mundial en Peligro” debido a que el actual jefe
del Parque Arqueológico, Fernando Astete, y otros 28 ex funcionarios públicos
–contra quienes ha requerido apertura de procesos administrativos–, por una
débil gestión, incumplieron su labor de garantizar su preservación.
Entre
las principales deficiencias que observó la Contraloría resaltan una excesiva
carga diaria de turistas, a pesar que el Ministerio de Comercio Exterior y
Turismo dispuso el límite de 2,500 personas diarias se han estado autorizando
hasta 32% adicionales, además que la Dirección Regional de Cultura del Cusco ha
emitido en diversas ocasiones de 300 o 400 entradas y exoneraciones de
visitantes sin ser registrados; también advierte sobre la generación diaria de inmensas
cantidades de residuos sólidos (7.5 toneladas) y su deficiente desecho; por las
viviendas y negocios construidos en zonas intangibles, y por descargas de aguas
residuales sin control al río Vilcanota –proveedor del recurso hídrico a Machu
Picchu– desde la provincia de Urubamba y el distrito de Machu Picchu.
Pero
es realmente la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia
y Cultura (UNESCO) que desde 1983 en que nominó a Machu Picchu como “Patrimonio
Cultural y Natural de la Humanidad” viene realizando inspecciones y
reiterándonos observaciones por su alarmante situación. Entre el 21 y 25 de
mayo pasado efectuó su última inspección, requiriendo al Perú la aplicación de
medidas de emergencia por el caótico crecimiento desordenado de Aguas Calientes
–desde donde se asciende a la ciudadela–; también por problemas de seguridad y
su mitigación ante fenómenos naturales, por sobre ingreso de turistas a la zona, por servicios
turísticos, y por el tratamiento de residuos sólidos.
Bajo
este panorama es atribución de la UNESCO, por incumplimiento de sus
observaciones, ejecutar llamados de atención, advertencias de declaratoria de
patrimonio en peligro, y hasta el retiro de la lista de patrimonio de la humanidad.
Es urgente la actualización del Plan Maestro de Machu Picchu, del proyecto de
alarma temprana ante aludes y deslizamientos, del plan de ordenamiento urbano
de la zona para su desarrollo sostenible y protección, así como el aumento del
presupuesto para los trabajos de conservación y preservación. Además, el
crecimiento del turismo en Machu Picchu debe complementarse con el imperativo
nacional de conservar el legado más importante y trascendente de nuestra
cultura inca.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo, publicado en el diario EXPRESO, fecha 8 de diciembre
de 2012