El
pasado día 2 el presidente chileno, Sebastián Piñera, ofreció a Bolivia otorgarle
autonomía en un enclave territorial, sin soberanía, en la frontera al norte de
Arica como solución a su demanda de salida al mar, y aunque en contradicción
con Piñera, el canciller Moreno diga que no tiene nada que ver con la
controversia marítima con Perú, si guardan relación. Esta actitud del
presidente chileno es irresponsable e inoportuna, primero porque toca el
Tratado de 1929, y segundo, porque considera el área marítima de 37,900 km2 en
controversia ventilándose en la Corte Internacional de Justicia de La Haya
(CIJ). Pero lo más grave es que Piñera condicionó su propuesta a un fallo que
no le sea adverso a Chile porque restringiría gravemente el acceso al mar por
esa zona.
La
–informal y propagandística– propuesta chilena de negociar con Bolivia una
salida al mar se ha intensificado al acercarse la fecha del fallo de la CIJ. Además
de Piñera, hace solo dos meses el canciller Moreno dijo que “Chile está
dispuesto a negociar con Bolivia una solución para que este país obtenga una
salida soberana al mar” (sin revisar el tratado de 1904). Éstas propuestas
generan incertidumbre y desconfianza porque están relacionadas con la
controversia Perú-Chile, y además, crean un clima inadecuado en las relaciones
entre Perú y Bolivia. La actitud chilena de enfrentarnos con Bolivia se ha
basado históricamente en asegurarle a este país que un corredor en el límite
norte chileno es una opción para su salida al mar, pero la posibilidad de
solución ha sido siempre entrabada por dificultades que ha puesto el Perú.
Bajo
este panorama, aunque el presidente y canciller chilenos se empeñen en reiterar
y suscribir su acatamiento al fallo, sin embargo, sus actitudes, además de la
presión política, militar y popular que podría presentarse, especialmente del
sector costero y pescadores del norte de Chile, su armamentismo, o el indignante video de entrenamiento
de grumetes de la armada entonando cánticos xenófobos comprometiéndose a
asesinar, mutilar y degollar a ciudadanos de Bolivia, Argentina y Perú (actitud
respaldada por un diputado chileno), avalan una fundada y legítima
incertidumbre sobre cualquier reacción chilena a un fallo desfavorable.
El
gobierno peruano debería analizar los probables escenarios ante un fallo
favorable a nuestro país. Uno importante es que a pesar que Chile “acate”
(acepte) el fallo, en la práctica no lo concrete, tal como sucedió con la
entrega de Tacna al Perú que ese país retrasó 45 años sin motivo alguno a pesar
de la vigencia del Tratado de Ancón.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 9 de febrero de
2013