Durante
el primer bimestre 2013 (respecto al de 2012) retrocedieron nuestras
exportaciones (-19.3%) y aumentaron las importaciones (+12%) –principalmente
con China, EE UU, Corea del Sur, México, Colombia, Brasil y la UE– generando un
preocupante saldo negativo o déficit de balanza comercial (-US$ 834 millones). En
los 3 últimos años nuestras importaciones crecen sostenidamente a una tasa
promedio anual de 25%. De mantenerse esta tendencia de mayor consumo importado
con menores exportaciones, nuestra producción podría verse afectada con una
consiguiente disminución del empleo.
Se
están presentando anormales déficits negativos con nuestros principales socios
comerciales. Con China, entre el 2009 y 2012 nuestras importaciones aumentaron
de US$ 3,297 millones a US$ 7,802 millones, y el 2012, por una menor
exportación, registramos el primer déficit comercial en los 8 últimos años (-US$
86.76 millones). También con EE UU, nuestras importaciones aumentaron respecto
a las exportaciones ocasionando el 2011 un déficit comercial de alrededor de US$
1,000 millones y el 2012 de US$ 1,500 millones. Igualmente con Taiwán, el 2012
sufrimos el primer déficit comercial en los últimos 6 años y en enero 2013 también
se incrementaron nuestras importaciones con este país.
Históricamente,
se mantiene la tendencia que los productos tradicionales –mineros, petróleo y
derivados, agrícola y pesquero– (primario-exportadores, materias primas o
recursos naturales) representan casi el 70% del valor total de nuestras
exportaciones (de éste porcentaje, más del 40% son minerales: plata, oro,
cobre, zinc, hierro), y parte de lo restante es cubierto con productos no
tradicionales con valor agregado (textil, siderometalúrgico, químico, metal
mecánicos, minería no metálica, y pesquero y agrícola no tradicional).
Bajo
este panorama, desde el año pasado muchos argumentos explican el retroceso de
nuestras exportaciones (crisis internacional, caída de precios de nuestros
recursos, bajo tipo de cambio, etc.), pero el tema de fondo es que debemos
dejar de ser un país exportador primario de materias primas (especialmente
minerales y harina de pescado) por tratarse de un modelo sin potencial e
insostenible por su vulnerabilidad ante cualquier desequilibrio internacional.
Nuestro
actual crecimiento nos obliga a ser más productivos y competitivos, impulsar la
industria y aumentar la productividad de las micro y pequeñas empresas
exportadoras –el 2012 salieron del mercado 2,465 de estas– para diversificar
nuestra oferta exportable con mayor valor agregado y generar empleo de mejor
calidad, y esto no se logra acumulando reservas internacionales, sino con más
inversiones en infraestructura, educación y para la integración de capacidades
científicas y tecnológicas al sistema productivo del país.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 27 de abril de
2012.