La
noche del pasado día 11, en la comunidad de Pampas –distrito de Llochegua,
provincia de Huanta, en la selva de Ayacucho– fuerzas combinadas de las Fuerzas
Armadas y Policía Nacional ejecutaron la “Operación Camaleón” ocasionando un
duro y contundente golpe al terrorismo al abatir a dos cabecillas: Orlando
Borda Casafranca “Alipio” o “Santiago” (mando militar y desde 1999 segundo del
grupo), y a Marco Quispe Palomino “Gabriel” o “Gabicho” (cuarto en jerarquía, a
cargo de acciones terroristas en La Convención y alrededores, y del transporte
de drogas hacia Bolivia y Brasil); además fue abatido el terrorista “Alfonso”.
Con
esta importante acción se ha afectado la estructura del grupo terrorista, que,
aliado al narcotráfico, ha sentado sus raíces en el valle de los ríos Apurímac,
Ene y Mantaro (Vraem) en tres frentes: en este distrito de Llochegua, en San
Martín de Pangoa (Junín), y en el valle de La Convención (Cusco). Cabe resaltar
que Llochegua ha sido el centro de producción de droga del río Apurímac en los
80’s y actualmente es uno de los distritos del Vraem donde se produce más hoja
de coca y cocaína.
Es
indispensable que las autoridades políticas muestren cautela, sin triunfalismos,
hay que recordar que todavía están presentes el cabecilla Víctor Quispe
Palomino “José” y su hermano Jorge “Raúl” (mando político), y otros mandos como
“Olga”, “Antonio” y “Lucio”. Además, estos niveles de jerarquía terrorista se
acercan más al tráfico de cocaína como negocio y fuente de financiamiento, pero
existe una cantidad indeterminada de mandos medios provenientes de los llamados
“pioneritos” más ideologizados y peligrosos.
Bajo
este panorama, en el ámbito militar, hay que destacar el compromiso del
personal de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional con la pacificación nacional,
quienes arriesgando permanentemente sus vidas operan y patrullan la peligrosa y
agreste zona del Vraem para contrarrestar el criminal accionar narcoterrorista,
y cuyo exitoso resultado se ha visto en toda su magnitud en esta “Operación
Camaleón”, ejecutada con una adecuada estrategia, conducida por un comando y
control unificado, intensificación de operaciones de inteligencia, y mayor
acercamiento a la población, de quienes reciben cada vez más información y apoyo.
Sin
embargo, la pacificación jamás se logrará en el Vraem, si de manera simultánea,
en el ámbito político, no se intensifica el desarrollo social, educativo y
productivo.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 17 de agosto de
2013