El
pasado día 24 la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(UNODC) presentó el Monitoreo de Cultivos de Coca Perú-2012 confirmándose que de
lejos somos el primer país productor mundial de coca con 60,400 hectáreas, muy
distantes de Colombia (48,000) y mucho más de Bolivia (25,300). Las brechas son
enormes y si no logramos drásticas disminuciones este indignante primer puesto
lo mantendremos por muchos años.
El
2012 erradicamos 14,235 hectáreas de cultivos disminuyendo solo 2,100 hectáreas
(de 62,500 a 60,400) respecto a 2011, debido a que las erradicaciones se
diluyeron por mayores cultivos en otras zonas: 73% más en Bajo Amazonas (Caballococha, Cushillococha, Erene y
Bellavista), 25.7% en Palcazu-Pichis-Pachitea, 14.8% en San Gabán (Puno) y 10%
en Kcosñipata (Cusco). Sin embargo Colombia, con decisión política y elevadas
inversiones, erradicó más de 30,000 hectáreas reduciendo drásticamente sus
cultivos (de 64.000 a 48,000).
A
nivel regional, nuestros cultivos involucran 13 regiones y 108 distritos. Las
60,400 hectáreas se convierten en 128,000 toneladas de hoja seca –56% proveniente
del VRAEM–, pero solo 9,000 (7%) son para consumo tradicional y el resto,
119,000 (93%), derivadas al narcotráfico para elaborar cocaína. Graficando la
grave magnitud del problema, el representante de la UNODC, Flavio Mirella,
explicó que nuestras casi 120,000 toneladas de hojas secas podían llenar 6,000
contenedores de 20 toneladas que poniéndolos uno al lado del otro, cubrirían 30
kilómetros de distancia.
Desde
2009 la UNODC extrañamente no incluye datos del Perú sobre producción potencial
de cocaína “por encontrarse revisando los factores de conversión” en coordinación
con DEVIDA. El último registro fue del Monitoreo Perú-2008 con 302.2 toneladas,
pero según el aumento de hojas secas y cálculos del Departamento de Estado de
EE UU, estaríamos produciendo 325 toneladas anuales, convirtiéndonos también en
primer productor mundial de cocaína, seguido por Colombia (309 toneladas).
Bajo
este panorama, el narcotráfico avanza peligrosa y aceleradamente, entonces ¿de
qué nos sirve tener más de US$ 68,000 millones en reservas? El gobierno debería
incrementar sustantivamente los recursos que permitan complementar las
erradicaciones en las zonas cocaleras con programas de desarrollo social,
integral y alternativo; además, para adecuar la articulación institucional en
capacidad, apoyo e inteligencia; controlar eficientemente las fronteras e
insumos químicos; optimizar las acciones de interdicción, e incrementar
nuestras insignificantes incautaciones de pasta básica y clorhidrato de
cocaína.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo, publicado en el diario EXPRESO, fecha 28 de
setiembre de 2013