El
crecimiento de cultivos ilegales de hojas de coca y de producción de cocaína en
nuestro país (que nos ha ubicado como principal país productor a nivel mundial)
trae como consecuencia un preocupante aumento de narcovuelos de avionetas en la
selva peruana –la mayoría con matrícula boliviana– que realizan hasta 8
narcovuelos semanales y transportan cargas de pasta básica o de cocaína hasta Bolivia,
y desde allí es distribuida a Brasil, Argentina, Paraguay y Europa.
Según
el coronel PNP Jesús Rojas, jefe de la División de Operaciones Especiales
Antidrogas Los Sinchis de Mazamari (Satipo), en
la selva de Pasco, incluidas áreas fuera del Vraem, existen 46 pistas
clandestinas, habiéndose detectado en julio pasado una decena en la cuenca del
río Ene. Dirigentes de comunidades de la Selva Central y del río Ene desde hace
años han denunciado el incremento del narcotráfico y pistas, y pese a las
evidencias no les prestan atención.
El
año pasado el valle de Pichis Palcazú se convirtió en el centro de distribución
de la droga proveniente del Vraem y del Huallaga, donde la Policía Antidrogas
ubicó 36 pistas clandestinas. Entre mayo y diciembre 2012 desde Ciudad Constitución
(margen derecha del río Palcazú) salieron 59 narcovuelos y este año casi 60 más. A pesar que las pistas
clandestinas son dinamitadas y destruidas por agentes de la Dirandro, muchas son
rápidamente habilitadas por gente contratada por los narcotraficantes. Pero
además, Juliaca e Ilave en Puno se han convertido en otro gran centro de acopio
y distribución de droga en narcovuelos hacia Bolivia.
Bajo
este panorama los narcovuelos se intensifican debido a nuestro deficiente
control antidroga aéreo por no contar en la selva con radares de vigilancia del
espacio y menos con un sistema de interdicción aérea. Existe una importante
organización de narcotraficantes que opera, a través de narcovuelos, entre
Perú, Bolivia, Brasil y Paraguay, que puede ingresar avionetas al país sin ser
detectadas y dirigirse hasta alguna de las pistas clandestinas en nuestro
territorio.
Deberíamos
contar con sistemas de radar aéreos y con más aeronaves para sobrevolar
continuamente la selva sur y detectar la existencia de pistas clandestinas, y
asimismo, debería mejorarse la inteligencia operativa y efectuarse mayores
coordinaciones con los países fronterizos para establecer acciones conjuntas e
integradas contra las mafias de narcotraficantes que operan a través de narcovuelos
a escala internacional.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 2 de noviembre
de 2013