Se
ha desatado en nuestro país un gran debate sobre la conducción y eficacia de la
política social y programas sociales del gobierno, especialmente en zonas
rurales, vulnerables, y de riesgo, donde ronda la pobreza, hambre, miseria y desnutrición.
La evaluación de la gestión social se logra midiendo la pobreza, la cual, según
la ministra de Desarrollo e Inclusión Social (Mides), Mónica Rubio, no hay consenso
sobre la mejor manera de hacerlo.
El
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) la mide usando el método
de “pobreza monetaria” considerando el gasto de los hogares y no el ingreso, es
decir, mide la capacidad de compra pero no el consumo efectivo de bienes. Según
esta medición, una persona es pobre si no puede adquirir una “canasta básica
alimentaria” (mínimo requerimiento de energía sin considerar otras necesidades
primarias) bajo la “línea de pobreza” equivalente a S/. 284 mensuales, sin embargo,
con un sol más, S/. 285 (S/. 9.50 diarios),
no es pobre, y si gasta menos de S/. 151 es pobre extremo, pero con un sol más,
S/. 152 (S/. 5.06 diarios), ya no lo es.
Los
porcentajes de ésta desfasada medición no reflejan la realidad porque no evalúa
el desarrollo social, actualmente existen 7.8
millones de pobres, sin embargo, según medición de la Universidad del Pacífico
empleando el método multidimensional habrían 11.9 millones, o con una medición estructural, que estaría empleando
el Mides, llegaría a casi 13 millones.
Bajo
este panorama en marzo de 2012 el INEI presentó nuevos niveles de pobreza (entre
2004 y 2010), pero mantiene el actual método de medición de “pobreza monetaria”
que puede crear grandes expectativas reduccionistas de pobreza real y afectar
la gestión de programas sociales en su focalización e identificación nacional,
ya que no mide índices de desarrollo humano ni de oportunidades humanas, como la desnutrición crónica infantil, o la
inequitativa cobertura de acceso y calidad de servicios básicos del Estado.
Los
programas sociales, aunque necesarios temporalmente para aliviar a los más
necesitados, no resuelven el grave problema de nuestra elevada pobreza,
especialmente en el área rural (53%) que triplica descomunalmente a la urbana
(16.6%). La forma de reducirla es distribuyendo
mejor la riqueza, combatiendo la desigualdad, creando empleos, mejorando la salud,
educación, infraestructura y saneamiento, aumentando la remuneración mínima
vital para cubrir la canasta familiar y promocionando la inversión productiva.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 16 de noviembre
de 2013