El
pasado día 3 publicaron los resultados del Programa para Evaluación
Internacional de Alumnos (PISA 2012), en cuyas pruebas –realizadas en agosto
pasado– participaron 6,500 estudiantes peruanos (de 15 años) de 240 colegios
privados, estatales, urbanos y rurales, en las que vergonzosamente ocupamos el
último lugar –entre 65 países– en ciencias, lectura y matemáticas.
También
en anteriores PISA 2001 y 2009 estuvimos a la zaga educativa, al igual que en
otras participaciones internacionales e índices de desarrollo humano, además
las evaluaciones nacionales censales (ECE) registran bajísimos niveles de aprendizaje. Como
consecuencia de los dramáticos resultados en PISA 2001, el 28 de julio de 2003
se declaró “la educación en emergencia”, pero 10 años después continúan los bajísimos
niveles de rendimiento escolar, no lográndose ni remotamente los objetivos
educativos en comprensión lectora, matemáticas, y peor en ciencia y tecnología.
Desde
2007 tenemos un Proyecto Educativo Nacional 2021 (PEN): “La educación que
queremos para el Perú” como política de Estado al 2021, pero sus objetivos y
lineamientos no se aplican en su real dimensión, y ni siquiera hemos concretado
un plan nacional de desarrollo integral considerando la educación como columna
vertebral.
En
las zonas rurales del país, donde estudia alrededor del 40% de escolares, las
condiciones educativas son muy precarias. Las brechas entre las zonas urbana y
rural son impresionantes, desde 2007 la diferencia de 15% se incrementó los
últimos años hasta 30%. Solo 11% de alumnos de primeros grados de primaria de
zonas urbanas pueden resolver problemas matemáticos básicos, pero en zonas
rurales dramáticamente no llegan ni al 4%. En los pueblos indígenas es más
grave, la falta de docentes bilingües afecta la formación escolar, y ni
siquiera el 5% del total nacional pueden acceder a una carrera universitaria.
Bajo
este panorama, nuestra situación educativa es deplorable y debe ser una
cuestión de emergencia nacional. Se requiere urgentemente una transformación
educativa radical que la refuerce sobre la base de capacidades y competencias y
que promueva la productividad, el interés y creatividad.
Es
imprescindible una política de Estado seguida por los próximos seis gobiernos
(unas tres décadas) para garantizar, en el horizonte estratégico, continuidad y
progresividad que ponga la educación como medio necesario y fundamental para
asegurar un dinamismo productivo con equidad social y una democracia sin
exclusiones. Solo así estaremos poniendo las bases del desarrollo del país.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 7 de diciembre
de 2013