El
pasado martes 12 se conmemoró el Día Internacional de la Juventud que en
nuestro país pasó absolutamente desapercibido, pero no así para la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) que llamó la atención sobre el desempleo e
informalidad juvenil que afecta a 35 millones de jóvenes en América Latina y El
Caribe con una tasa promedio de desempleo de 16%.
En
el Perú lamentablemente esta situación es conexa y somos parte de esta crisis
regional debido a que los gobiernos de turno postergaron y relegaron el empleo
juvenil de prioridades y agendas públicas, a pesar que el desempleo, subempleo
y empleo informal juvenil genera un alto costo socio-económico al desaprovecharse
un valioso potencial para mejorar la productividad nacional.
El
empleo juvenil peruano corresponde al segmento poblacional de 15 a 24 años, y
según la última Encuesta Nacional de Hogares 2012 (ENAHO) la cantidad de
jóvenes en edad de trabajar es de 6.3 millones (4.7 en el ámbito urbano y 1.6
en el rural) de los cuales unos 5.5 millones son parte de la población
económicamente activa (PEA), y según la OIT más de 1 millón son desempleados,
lo que equivale a una tasa de 18% de desempleo juvenil, mayor al promedio
regional (16%).
La
falta de empleo para nuestra población juvenil es crítica. Estamos ubicados
entre los 4 países de la región donde más de la mitad de desempleados son
jóvenes (Junto a Guatemala, Honduras y Paraguay). De los aproximadamente 4.5
millones de jóvenes peruanos que trabajan, más del 50% tienen empleo informal
con bajos ingresos, inestabilidad laboral, desprotección y sin derechos
sociales ni laborales. Un 40% de egresados universitarios se ven obligados a
aceptar un empleo de baja calificación que inclusive no requiere de título
universitario. Además, la trata de personas entre 13 y 24 años aumenta en el
país con promesas de trabajo (de más de 600 casos de víctimas denunciados en
2012 el 53% fueron así captados).
Bajo
este panorama es necesario que el gobierno imponga mayor convicción y esfuerzo
para mejorar la crítica situación del empleo juvenil. Debería, entre otras
acciones: incrementar inversiones para planes sectoriales; fomentar programas
de promoción, formación, capacitación y orientación vocacional; incentivar a la
empresa privada para que otorgue empleo juvenil; promocionar y crear trabajo
decente para jóvenes; y fomentar la formalización del empleo y el
emprendimiento juvenil.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 16 de agosto de
2014