Titicaca, el
lago navegable más alto del mundo (3,800 msnm) es una de las mayores reservas
mundiales de agua dulce (9,000 millones m3), ubicado en la Meseta del Collao
(Andes Centrales) en una cuenca de 48,000 km2. Su área de 8,560 km2 está
dividida entre Perú (4,770) y Bolivia (3,790). Este lago, que según la leyenda
dio vida a nuestros orígenes, es considerado una maravilla natural, sin
embargo, la contaminación (biológica, minera y agroindustrial) aumenta hace más
de 20 años recibiendo anualmente 100 toneladas de basura y desmonte de 3
millones de pobladores (1.9 millones de Perú y 1.1 de Bolivia) asentados en 100
centros urbanos de la cuenca del lago y zonas ribereñas.
En el lado
peruano una grave vía de contaminación es el vertimiento de aguas servidas
(principalmente por pobladores de Puno 38% y Juliaca 31%) y no hay plantas de
tratamiento. Las aguas residuales pasan por lagunas de oxidación (en Puno hay 2
que colapsaron hace 20 años pero increíblemente siguen operando), y de allí,
por desagües, van al lago, siendo incontrolable la contaminación fisicoquímica
y bacteriológica en la bahía interior de Puno.
Otra grave y
difundida vía contaminante proviene de ríos afluentes: por el norte desemboca
el río Ramis arrastrando sustancias minerales altamente tóxicas (fierro, cobre,
zinc, mercurio, plomo, arsénico), el río Coata (aguas servidas de Juliaca), y
el río Huancané (aguas servidas y residuos sólidos), y por el sur, el río Ilave
(residuos químicos y sólidos).
Bajo este
panorama, desde 2002 existía la ley 27814 y una Comisión Técnica Multisectorial
para descontaminar la Bahía de Puno, pero la contaminación aumentó. 10 años
después (julio 2012) se promulgó una nueva ley 29906 declarando de necesidad y
utilidad pública la prevención y recuperación ambiental integral del lago
Titicaca y sus afluentes, creándose nueva Comisión Multisectorial –de
naturaleza permanente– presidida por el ministro del Ambiente, sin embargo
continúa incrementándose la contaminación del lago y sus afluentes.
Se requiere
mayor voluntad política e incremento de recursos para prevenir y recuperar
integralmente nuestro lado del lago y sus afluentes: construcción urgente de
plantas de tratamiento en las 13 provincias; controlar el vertimiento al lago y
afluentes de aguas servidas, desechos y restos tóxicos mineros, industriales y
agrícolas; limpieza de cauces de ríos; apoyar la Autoridad Binacional Autónoma;
y planificar e implementar programas de educación ambiental entre los
pobladores.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 20 de diciembre de 2014