Artículos de opinión de Alfredo Palacios Dongo

CORRUPCIÓN: IMPRESCRIPTIBILIDAD SIN DEBATE HACE 14 AÑOS

Desde 2001 continuamente se reabre la polémica sobre la necesidad de legalizar la imprescriptibilidad para delitos de corrupción cometidos por funcionarios públicos (enriquecimiento ilícito, negociación incompatible, cohecho, peculado, colusión, tráfico de influencias), es decir, concluir la sentencia de un juicio sin un límite de tiempo, evitándose la impunidad por dilación del proceso o fuga.

El primer proyecto data del 2001 y durante 14 años se presentaron otros 40 más en los períodos legislativos, sin embargo, en el Congreso jamás fueron debatidos. El último proyecto con dictamen favorable de la Comisión de Constitución (octubre 2011), no fue debatido en el pleno argumentándose que vulneraba “derechos jurídicos fundamentales” siendo devuelto a la Comisión de Justicia, donde se encuentra archivado.

Es muy preocupante que, según la contraloría, entre 2009 y 2014 estuvieron involucrados en actos de corrupción 40,037 funcionarios encontrándose responsabilidad penal en 9,778. En setiembre pasado denunció que de 390 funcionarios sentenciados por corrupción solo 23 (6%) recibieron penas efectivas de cárcel, los 367 restantes cumplen condenas suspendidas en libertad. Además muchos de estos procesos, principalmente de altos mandos de la gestión pública donde se tejen intereses y acuerdos que involucran grandes sumas de dinero, se extinguen por excepción de prescripción, y con ella, además, la reparación civil.

Bajo este panorama la corrupción es uno de los flagelos más graves y crónicos en nuestro país, principalmente por delitos cometidos por inescrupulosos funcionarios públicos al servicio de la Nación que atentan contra el orden moral, justicia y desarrollo (anualmente se pierden entre S/. 6 y 8 mil millones por estos repudiables actos), sin embargo muchos de los procesos prescriben. A pesar que su reversión reclama medidas radicales, la corrupción se incrementa en nuestro país por falta de voluntad anticorrupción y tolerancia del Estado y de su débil legitimidad institucional.

Claro ejemplo es la falta de voluntad del Congreso para no debatir hace 14 años la imprescriptibilidad por corrupción, así como de muchos otros proyectos anticorrupción: limitación de postulación a corruptos sentenciados, otorgamiento de facultades a la contraloría para intervenir entidades públicas, inhabilitación para prestar servicios al Estado y muerte civil para condenados por corrupción, eliminación de penas suspendidas (recién el pasado día 4 –después de 3 años– fue aprobado el proyecto en el Congreso), multas y levantamiento de secreto bancario por delitos contra la administración pública, entre otros.


Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 7 de febrero de 2015

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