Somos el tercer
país productor mundial de cobre (después de Chile y China), representa nuestro
primer producto de exportación (25% del total) y es el mayor generador de ingresos
al país (seguido del oro). Nuestra oferta minera se concentra en cobre
correspondiéndole US$ 38 de 60 mil millones considerados para 54 proyectos al
2020, sin embargo, a pesar que el Ministerio de Energía y Minas (MEM) adelanta optimistas
estimados de producción con grandes incrementos, esto no se concreta.
Los 3 últimos años
hemos mantenido una baja producción, entre 2012 con 1.3 millones de toneladas
(Mt) y 2014 con 1.37 Mt, menos del estimado del MEM que pronosticó 1.5 Mt, también
preveía para 2015 alcanzar 1.95 Mt, para 2016 (2.7 Mt) convirtiéndonos en 2°
productor mundial, y para 2021 (5 Mt), lo cual es imposible porque después de
2017 no hay más proyectos. Además, los primeros meses de 2015 la producción
cayó 11% respecto a 2014 porque Antamina, que aporta 25% de la producción
nacional, disminuyó 20% su rendimiento en extracción y producción, y el
proyecto Tía María, con grandes recursos, es una incertidumbre.
China es otro
factor preponderante (representa 47% de la demanda mundial de cobre), pero su persistente
debilidad y desaceleración económica obliga a reducirla. Además hace 2 años existe
sobreoferta y el precio por tonelada cayó la barrera de US$ 6.000 (US$ 5,729 en febrero
pasado) nivel más bajo desde octubre 2009. El 2014 registró su peor desempeño
cayendo 18%, pero desde enero 2015 fue abrupta cayendo 12% los primeros meses.
Bajo este
panorama nuestra producción de cobre se ve afectada por constantes retrasos y
postergación de proyectos, paralizaciones por reclamos ambientales y laborales,
geología (menores contenidos de cobre en yacimientos), labores de mantenimiento
de plantas, ampliaciones del tajo, lo cual, sumado a la dinámica del mercado
internacional y su baja cotización ocasiona que las mineras revisen costos y
rediseñen proyectos incidiendo en los procesos de oferta y demanda.
Además los
proyectos mineros deberían diversificarse porque aunque contemos con 218 Mt en
reservas y recursos de cobre, conforme avanza la tecnología, éste podría ser
sustituido por otros materiales más eficientes y baratos en sus usos más
importantes, transmisión de electricidad (por nanotubos de carbono) y
transmisión de datos (por fibra óptica), lo cual ocasionaría mayor caída de precios
y afectaría aún más nuestra producción.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 11 de abril de 2015