El pasado día 8
la jefa de la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria
(Sunat), Tania Quispe, durante su presentación ante la Comisión de Economía del
Congreso, manifestó que al 2016 la presión tributaria (indicador que relaciona
ingresos tributarios con el PBI) no alcanzará la meta del 18% (una de las
principales promesas de campaña de este gobierno que resaltó sería una cifra
histórica), argumentando la desaceleración económica y el costo fiscal de los
últimos paquetes de estímulo del MEF.
En mayo 2013 el
Congreso facultó al Ejecutivo legislar en materia tributaria por 45 días, el
que dictó 18 decretos legislativos para mejorar la presión tributaria y
recaudación. La Sunat debió recaudar S/.10,800 millones adicionales anuales
(pero solo llegó a S/.7,700 millones) y debió aumentar la presión tributaria
anual 0.4% desde 2013, pero contrariamente se estima que caerá desde 16.6% el
2014 a 15.1% el 2016. Este gobierno empezó el 2011 con una presión tributaria
de 15.5% y en 5 años la dejaría menor (15.1%) y muy por debajo del 18% que
prometió.
La presión
tributaria y su recaudación financia alrededor del 80% del presupuesto del país
haciendo posible el equilibrio financiero y representa una herramienta
fundamental para el desarrollo, sin embargo, está disminuyendo por nuestro
decrecimiento económico, pero principalmente por los elevados niveles de
evasión tributaria e informalidad en los principales impuestos: a la Renta
(IR), General a las Ventas (IGV), Selectivo al Consumo (ISC) y a la importación
(aranceles).
Según la Jefa
de la Sunat, de cada 100 peruanos solo 61 cumple con el pago de impuestos, y de
estos, 42 pagan totalmente y los restantes 19 intentan pagar menos. La
conciencia tributaria en el país es muy frágil (falta labor de concientización
tributaria), existe tolerancia al fraude, elevada evasión en los sectores
comercio, servicios, transporte, construcción y agro, además del grave
incremento de informalidad y contrabando.
Para que la
Sunat aumente los niveles de presión tributaria y disminuya la evasión e
informalidad, además de simplificar los procesos, deberá incrementar su
capacidad operativa, organizacional, capital humano, infraestructura,
informática y tecnológica, pero también, es indispensable que no se cobren más
impuestos de los necesarios, y que el aparato público mejore dramáticamente la
gestión y la calidad del gasto para que los contribuyentes sientan que sus
impuestos son bien usados para el desarrollo del país.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 25 de abril de 2015