El
Trapecio Amazónico, donde se unen las fronteras de Perú, Brasil y Colombia, es
un eje del narcotráfico en nuestro país, los 4 distritos loretanos de la provincia
de Ramón Castilla (Yavarí, Ramón Castilla, Pebas y San Pablo) y su capital Caballococha
(ribera del río Amazonas), son zona de cultivos de coca con sembríos sorprendentemente
adaptados a extremas temperaturas de la selva baja extendiéndose hasta Santa
Rosa, último poblado peruano (funciona como centro de acopio) que colinda con
Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil).
Caballococha
es el mayor foco del narcotráfico en esta zona y solo hay un juez, es centro
logístico de traficantes de Colombia y Brasil, lugar de procesamiento y ruta de
drogas e insumos químicos y lugar donde cohabitan violencia, sicariato,
ilegalidad y trata de personas con un arraigado tráfico de drogas migratorio
que circula por el río Amazonas (donde convergen los ríos Ucayali y Marañón)
hacia la ciudad brasileña de Tabatinga y desde allí es transportada a Europa.
A
10 kilómetros de Caballococha se encuentra Cushillococha donde unos 3,000
pobladores de la etnia Ticuna se dedican al cultivo de coca y venden sus
cosechas (cada 3 meses) a narcos colombianos y brasileros. Asimismo, los
sembríos ilegales de coca de los distritos de Ramón Castilla y Yavarí (unas
3,000 hectáreas) van exclusivamente al narcotráfico.
Los
cultivos ilegales en este Trapecio Amazónico en los últimos 14 años han
aumentado de 250 hectáreas (2001) hasta unas 6,000 hectáreas calculadas actualmente,
donde además se mueven anualmente unas 80 toneladas de cocaína que son enviadas
a Brasil. De US$ 1,500 por kilo de cocaína en el lado peruano, puesta en Brasil
aumenta hasta US$ 10,000.
A
pesar de esfuerzos en operaciones de interdicción tripartitas (5 Operaciones
Trapecio realizadas), ejercicios conjuntos combinados, y erradicaciones de
cultivos en nuestro territorio (desde noviembre 2014), las organizaciones del
narcotráfico (unas 10 detectadas) siguen operando y exportando droga por falta
de políticas de prevención del tráfico ilícito.
El
lado peruano, con muchos proyectos sin concretar, debe recibir urgente atención
política, económica, social y cultural. Se requiere mayor presencia del Estado para
brindar servicios básicos (salud, educación, vivienda, agua, saneamiento, electricidad),
desarrollar infraestructura (vial y fluvial), generar proyectos productivos,
impulsar el comercio forestal e hidrobiológico, incorporar cultivos
alternativos y biohuertos, mejorar las condiciones de seguridad, y lo más
importante, afirmar y resguardar nuestra frontera del narcotráfico.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 2 de mayo de 2015