Comenzó la
campaña electoral presidencial con abundantes promesas rimbombantes e
incumplibles (tren bala, internet gratis para todos, inversiones millonarias,
suspensión de pagos de impuestos, etc.), pero notoriamente ausente de propuestas
trascendentes y centrales como proyectar un real proceso de descentralización,
única manera de promover el crecimiento de ciudades y territorios y generar
desarrollo que garantice la sostenibilidad del bienestar. Según el Banco
Mundial, somos uno de los países más concentrados del mundo que crece en torno
a Lima (45% del PBI), y la débil conexión entre ciudades origina baja
productividad empresarial y elevadas desigualdades.
Hace más de 13
años (entre marzo-setiembre 2002) se realizó una reforma constitucional al capítulo
sobre descentralización, promulgándose la ley de bases, conformándose el
Consejo Nacional de Descentralización (CND) para conducir el proceso, y convocándose
a elecciones regionales y municipales. En 2007 se desactivó el CND creándose el
Consejo de Coordinación Gubernamental (CCI) que luego se transformó en
instancia consultiva de la Presidencia del Consejo de Ministros y desde abril
de 2014 se encuentra en reestructuración para convertirse en espacio de diálogo
descentralizado y fijar una nueva hoja de ruta descentralizadora a través de un
Plan Nacional de Fortalecimiento de Competencias para la Gestión
Descentralizada 2014-2018 que no es aprobado desde enero 2014.
El proceso de
descentralización, crucial para nuestro desarrollo nacional, no ha tenido los
resultados esperados por: 1) No contamos
con un Plan Nacional de Descentralización; 2) Los departamentos fueron
convertidos en regiones no habiéndose producido la mejor integración del país;
3) Falta de articulación territorial, política, económica del gobierno en coordinaciones
con niveles regionales; 4) Descontrol de ejecución del presupuesto entregado a
regiones por el gobierno central ocasionando corrupción y malos manejos; 5) Poca
asistencia técnica regional generando déficit en calidad del gasto y en
ejecución de inversión; 6) Baja capacidad de gestión regional, sin políticas de
competitividad, carencia de recurso humano calificado, desarticulado sistema
productivo, débil desarrollo exportador y brechas de infraestructura; 7) Falta
de liderazgo de gobernadores regionales frente a los numerosos conflictos
sociales; 8) Distribución arbitraria del canon, entre otros.
Bajo este
panorama se requiere que el próximo gobierno corrija y perfeccione el actual
proceso de descentralización carente de perspectiva técnica, social y
económica, pudiendo repensarse la constitución de macro regiones para lograr
complementariedad, solidaridad y desarrollo equitativo de actividades en
función a la suma de capacidades entre ellas.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 19 de diciembre de 2015