El día de
mañana, 5 de junio, se realizará la segunda vuelta electoral para elegir al
Presidente/a de la República y Vice-presidentes. Esta elección presidencial representa
máxima importancia para nuestro país por cuanto quien sea presidente/a
electo/a, su gobierno nos guiará al 2021 hacia la conmemoración del
bicentenario del Perú por los 200 años de la declaración de nuestra
independencia, fecha de un fuerte significado histórico que debe marcar el
rumbo de nuestra sociedad, debiendo por lo tanto el gobierno elegido trabajar
con gran esfuerzo realista y proactivo para fortalecer la democracia y alcanzar
un orden político, económico y social que se sostenga en valores democráticos y
morales, con justicia e igualdad de oportunidades, para encaminarnos hacia un
desarrollo sostenido.
Desde hace 5
años, con DS 054-2011-PCM (22 junio), se aprobó el “Plan Bicentenario: el Perú
hacia el 2021” presentado por el Centro de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) incluyendo
88 programas estratégicos como acuerdos vinculantes convertidos en políticas
públicas de Estado y de cumplirse al 2021 se debería duplicar el ingreso per
cápita, disminuir la pobreza a menos de 10%, eliminar la mortalidad infantil y
desnutrición crónica, elevar significativamente la calidad educativa, cobertura
de salud y seguridad social, además de una economía moderna y diversificada,
aumentar el PBI en más del doble, triplicar las exportaciones y mejorar las
políticas sociales con mayor presión tributaria.
Pero han pasado
5 años y nada se ha cumplido, y aunque CEPLAN, en octubre 2015 ha presentado un
Plan actualizado con 6 nuevos ejes estratégicos (que ni siquiera ha sido
aprobado por el Consejo de Ministros) justificando considerables avances en los
últimos años en el desarrollo del país, sin embargo, solo 4 de 19 ministerios
cuentan con su plan estratégico sectorial multianual (PASEM) al 2021.
Bajo este
panorama, el gobierno que mañana elijamos tiene que plantearse objetivos
políticos, económicos, sociales y judiciales con profundas reformas, que nos
proyecten al 2021 hacia una senda que nos acerque a ser un país cuya población
tenga una buena calidad de vida, lo cual se podría alcanzar reduciendo
significativamente la marginación y pobreza extrema, desempleo, desnutrición
infantil, analfabetismo, mortalidad infantil y exclusión social, pero además,
con acceso pleno a la salud, educación inclusiva y de calidad, con una
administración pública transparente y un combate frontal a la inseguridad
ciudadana, corrupción, narcotráfico, informalidad, minería ilegal y trata de
personas.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 4 de junio de 2016