Y como una
rutina en todos los derrames, Petroperú minimiza el impacto, el Organismo de
Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ordena a la empresa un plan de contingencia
y rehabilitación, el Organismo Supervisor (Osinergmin) investiga el derrame y
responsabilidades, y el Minam denuncia a la empresa ante la fiscalía (ya van 6
veces), sin embargo, Petroperú nunca restableció a su estado natural ninguna área
impactada y continúan los derrames.
El 26 y 30 de
junio de 2014 ocurrieron en Loreto 2 derrames, en Urarinas y en la quebrada de Cuninico,
unos 10,000 barriles derramados generaron una contaminación sin precedentes,
Petroperú fue cuestionada, se removió al directorio y se inició su reorganización,
pero aun así, nada ha cambiado. Además, por estos derrames el OEFA, después de
2 años (el 24 de junio, mismo día del reciente derrame en Barranca) aplicó una
multa de S/.10 millones a Petroperú, ínfima suma en relación al grave daño
potencial causado a la vida o salud humana, recursos hídricos, suelo, flora y
fauna, medio ambiente y cadena alimentaria, y que además este dinero, que
pagamos con nuestros tributos todos los peruanos, pasa de una empresa estatal a
otra.
Bajo este
panorama, según el OEFA, el oleoducto sufrió 20 derrames los últimos 5 años,
sin embargo, 42 informes de supervisión ambiental contra esta empresa fueron
archivados. Petroperú requiere una reforma integral, y según el Minam, el
oleoducto (operando 40 años) está obsoleto y no ha recibido mantenimiento
adecuado. Es realmente una irresponsabilidad extrema que siga funcionando en
estas condiciones debiendo ser declarado en emergencia.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 2 de julio de 2016