Es muy
preocupante la creciente dificultad para conseguir empleo formal en nuestro
país debido principalmente al estancamiento de la actividad económica por mínima
inversión pública y privada, bajas exportaciones, debilidad de la demanda
interna, entre otros. La creación de empleo formal es el principal indicador de
fortaleza y desempeño económico, si no crece sostenidamente inexorablemente se afectará
la creación de empleo formal de calidad incrementándose la informalidad. Según datos
del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) correspondientes a meses
enero-mayo 2017 comparados con los de 2016, la población ocupada con empleo
informal (sin beneficios sociales o trabajando en unidades de producción no
registradas) se incrementó en 4.1%
al mes de abril; de 16.4 millones
que conforman la Población Económica Activa (PEA), 11.25 millones (68.6%) son
informales, registrándose la mayor tasa en los jóvenes menores de 25 años (85.3%), mayoritariamente mujeres y con
estudios universitarios completos.
El empleo de
calidad o adecuado también disminuyó 3.1% acumulando 2 meses de comportamiento
negativo en los sectores construcción (-15.6%), manufactura (-6.6%), comercio (-2.1%)
y servicios (-0.6%), lo preocupante es el incremento hasta 7.5% de la población subempleada (puestos de baja calidad), y
además, la temporalidad de los trabajadores formales (2 de cada 3). En Lima, el
desempleo afectó al 6.8% de
pobladores donde 350,000 buscaron trabajo de manera activa y no lo encontraron.
Nuestro crecimiento durante febrero, marzo y abril registró cifras que bordean
el 0% (0.72, 0.71 y 0.17 respectivamente,
la última, la más baja desde setiembre 2009).
Bajo este
panorama mientras no se dinamice la economía ni se formalice y fortalezca la
inserción laboral, los trabajadores continuarán supliendo el empleo formal por
la informalidad, el autoempleo o la inactividad (actualmente 1’200,000 jóvenes
no estudian ni trabajan). Se requiere que la “gran reforma laboral del país”
que ha ofrecido el gobierno sea planteada durante el mensaje presidencial, en
el que debería explicar cómo cumplirá la promesa de campaña de incrementar 1.5 millones de empleos formales al 2021
(300,000 anuales, que ya incumplieron el primer año). Dicha reforma laboral debería
incluir: la reducción de niveles de informalidad laboral; el incremento y dinamismo
de niveles de empleo adecuado, estable y productivo, especialmente de los jóvenes;
la disminución de los regímenes laborales públicos y privados (actualmente
existen unos 40); y transparentar la metodología del INEI para consignar cifras
que reflejen la realidad sobre el desempeño del mercado laboral formal.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 15 de julio de 2017