Finalmente renunció a la Presidencia de la República
Pedro Pablo Kuczynski después de 600 días de una desastrosa gestión con
limitada orientación y visión política respecto a los grandes retos pendientes
y complejidades del país, con una extraña forma de comunicarse con mensajes
dobles y discursos contradictorios, con un navideño negociado indulto
humanitario y derecho de gracia al ex presidente Fujimori, y encima, desde que
explotó el escándalo de corrupción de Lava Jato, conocimos sus antiguas y
deplorables actuaciones financieras y asesorías mientras era funcionario
público, así como sus contradicciones en asuntos de moral y ética pública sin
entender la diferencia entre interés público e interés privado, y pese a la
evidencia de los hechos su inverosímil negación de toda participación en sus
turbios negocios y que ahora debe enfrentar en el Sistema Judicial como
cualquier ciudadano que se encuentre incurso en algún delito.
En este contexto y de acuerdo al trato constitucional e
institucionalidad democrática, el día de ayer el Primer Vicepresidente, Martín
Vizcarra, asumió la Presidencia de la República con una enorme responsabilidad
de echar a andar a nuestro paralizado país, restaurar la confianza, las
oportunidades y la visión de futuro de cara a nuestro Bicentenario, también
alistar el país para la Cumbre de las Américas (13 y 14 de abril en Lima) donde
los jefes de Estado y de Gobierno abordarán como tema central “Gobernabilidad
democrática frente a la corrupción” porque empresas brasileñas entregaron
coimas a varios países del continente a cambio de favorecerse con obras
públicas, y en el caso del Perú, Odebrecht ha admitido sobornos por US$ 29
millones, esta lucha contra la corrupción y la impunidad debe ser el principal
reto del nuevo gobierno porque se trata de un problema central que está
socavando nuestra democracia.
De igual forma, este nuevo gobierno debe asumir enormes
retos que en el gobierno anterior no se iniciaron o no avanzaron, tales como,
reformar el Estado para modernizar la administración pública, desarrollar la
institucionalidad, reducir el centralismo y garantizar el desarrollo económico
y social del país. Entre las acciones prioritarias debe reconstruir el norte
afectado por el fenómeno del Niño Costero; combatir la inseguridad ciudadana
(sistemas de inteligencia e investigación); ampliar la cobertura de agua
(especialmente en el área rural); mejorar la educación (capacitación docente,
infraestructura y medios); mejorar la calamitosa situación de los hospitales
públicos y combatir eficientemente el narcotráfico cuyo incremento se torna
imparable.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 24 de marzo de
2018