El 22 de enero pasado el Foro Económico Mundial (FEM)
presentó en Davos (Suiza) el Índice de Desarrollo Integrador IDI-2018 el cual
evalúa el desarrollo inclusivo de 103 países respecto a tres indicadores,
crecimiento y desarrollo, inclusión, y equidad intergeneracional. En esta
evaluación se consideran 30 economías desarrolladas y 73 emergentes, nuestro
país se ubica en el puesto general 44° y entre las economías emergentes 14°,
por debajo de Panamá, Uruguay y Chile, pero por encima de 59 países
Este puesto obtenido puede llevarnos a errores de
interpretación respecto a nuestro fomento de inclusión y reducción de
desigualdad, sin embargo, si analizamos los factores de evaluación del Índice
verificaremos que justamente descendemos
en los factores de desigualdad del ingreso y desigualdad de riqueza,
manteniéndonos estables en el índice de pobreza; cuando el ingreso y la riqueza están mal distribuidos, la brecha
económica se torna incontrolable entre los que más y menos tienen,
promoviéndose la frustración y generación de conflictos sociales.
Este informe del FEM nos permite deducir que la
desigualdad en nuestro país no cede lo cual se puede evidenciar por las
dificultades que enfrenta una gran mayoría de peruanos para acceder al empleo,
salud, educación y otros servicios básicos, y en el caso de la inclusión, el
Estado no la fomenta adecuadamente por falta de mecanismos de integración y
revalorización social. Lo que está fallando es la falta de políticas sociales,
económicas y de gestión que erradiquen las brechas de desigualdad, que
favorezcan las oportunidades y que generen un mejor nivel de bienestar a la
población, especialmente en el ámbito rural y principalmente en la sierra y
selva.
Bajo este panorama, el gobierno, para reducir la pobreza
y desigualdad y mejorar la inclusión social, debe, mediante adecuadas acciones
y políticas públicas, incrementar el financiamiento para inversión social y
productiva, mejorando nuestro crecimiento (PBI) actualmente con tasa muy bajas
(2.5%) requiriéndose aumentarlo, como
mínimo, encima del 4%, también, aumentando la recaudación de los ingresos
tributarios cuya disminución actual se refleja en una caída de presión
tributaria menor al 13%, debiendo aumentar como mínimo hasta 17%, además,
reduciendo la desigual distribución de ingresos mediante el acceso a igualdad
de oportunidades (el 50% de trabajadores peruanos recibe menos del salario
mínimo), lo cual produciría un objetivo social de menor inequidad y evitaría la
causa y efecto de otras desigualdades como la educación, salud y mercado de
trabajo.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 7
de abril de 2018