El pasado día 16 el World Economic Forum (WEF) publicó en
Ginebra-Suiza el Informe de Competitividad Global 2018 el cual mide la
competitividad de 140 economías (90% del PBI mundial) a través de 98
indicadores y 12 pilares consideradores impulsores de la productividad, en dicho
informe hemos retrocedido dos ubicaciones respecto a 2017 ocupando el puesto 63°
a nivel mundial y 6º en Latinoamérica, detrás de Chile, México, Uruguay, Costa
Rica y Colombia.
Pero aparte del puesto que hace muchos años no mejoramos,
es muy preocupante los últimos lugares que ocupamos a nivel mundial en
indicadores claves que afectan nuestra competitividad (inseguridad, instituciones,
infraestructura, educación, trabajo e innovación), entre ellos: fiabilidad de servicios de la Policía
(puesto 136º de 140 países), crimen organizado (129º), regulación gubernamental
(128º), políticas laborales activas (126°), alcance de formación del personal
(124º), protección de propiedad intelectual (121º), independencia judicial
(115º), orientación futura del gobierno (109º); calidad de carreteras (108º);
pensamiento crítico de la enseñanza (108°), inversión en I+D (106°).
No avanzamos en competitividad porque nuestros
gobernantes, políticos y empresarios no avizoran la indispensabilidad que ésta
representa para incrementar el nivel de productividad de recursos humanos y físicos (capacidad de
competencia en mercados de bienes y servicios) lo cual es
fundamental para lograr un crecimiento económico sostenido y reducir la pobreza
e informalidad. Hace 16 años tenemos un Consejo Nacional de Competitividad
(actualmente paralizado), desde 2005 un Plan Nacional, y desde 2012 dos Agendas
2012-2013 (60 metas) y 2014-2018-Rumbo al Bicentenario (65 metas), pero poco o
nada se ha logrado, no se ha cumplido el objetivo de aumentar el empleo formal y
bienestar ni las metas de incrementar la productividad de los trabajadores,
disminuir la informalidad laboral ni reducir los costos logísticos de los valores
de los productos.
Ahora el MEF informa que se establecerán tres nuevos
planes de competitividad (infraestructura, capital humano y productividad), el
primero estaría listo hacia julio 2019 y los dos restantes sin fecha, sin
embargo ya tenemos suficiente documentación, planes, agendas y diagnósticos, requiriéndose,
por el contrario, urgentes e inmediatas reformas estructurales y acciones para fortalecer nuestras instituciones, invertir en
formación de capital humano y en ciencia, tecnología e innovación, mejorar la calidad
educativa, generar trabajo formal y priorizar proyectos de infraestructura y logística. Mientras no avancemos en
competitividad dificilmente lograremos crecer sostenidamente ni generar empleo
digno, impidiendo mejorar nuestra calidad de vida y la prosperidad del país.