Como
para que pase desapercibida la grave realidad sobre drogas en nuestro país, faltando
solo tres días para la navidad fue publicado el último Monitoreo de Cultivos de
Coca - diciembre 2018 por la Oficina
de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) conjuntamente con
Devida (normalmente es publicado meses antes), el cual obviamente pasó
inadvertido y no pudo ser analizado. La mayoría de datos clave registrados de
2017 aumentaron respecto al año anterior, entre ellos, el área de cultivos
49,900 (+14%) con incremento continuo
los últimos 3 años, también aumentó la producción de hoja seca 117,292 TM (+11%) principal insumo para producción
de cocaína cuyo valor de producción alcanza US$ 399 millones (+22%), contrariamente
lo que disminuyó fue la erradicación de cultivos registrando 25,784 ha (-14%). La incautación de
pasta básica (15.3 TM) y clorhidrato
de cocaína (21.4 TM) es irrisoria comparada
a la producción que sale al exterior y aunque no se cuenta con cifras oficiales
desde hace 10 años (la última fue de 302 TM) se calcula que podría llegar hasta 500 TM) los
monitoreos desde 2008 repiten que no cuentan con el factor actualizado de conversión coca-cocaína, lo cual es inaudito.
Viendo el
mapa de la superficie de coca por zona de producción, es muy grave que haya
aumentado la cantidad de cultivos en las 13 zonas cocaleras evaluadas, siendo
las más afectadas Pichis, Palcazú, Pachitea (+554%), San Gabán (+226%),
y Vraem, como la zona más compleja y relevante, registra 21,646 ha (67% de la
producción total y con la más alta productividad) pero a pesar de ello jamás se
ha erradicado ni una hectárea, además, los cultivos en las Áreas Naturales
Protegidas crecieron 36% y en las zonas de amortiguamiento 15% siendo los más
afectados el Parque Nacional Bahuaja Sonene (Puno) y la comunidad nativa
Shinpen-chariato (Junín-Vraem).
Bajo este
panorama, los cultivos de coca se incrementan y
los narcotraficantes producen mayores cantidades de cocaína de mejor calidad y
pureza (emplean permanganato de potasio como antioxidante en el proceso de
refinación) incrementado su precio en
todas las zonas de producción. Nuestro
país ostenta el vergonzoso segundo lugar como productor y exportador mundial de
cocaína (después de Colombia) debido a erradas políticas, mala gestión, dobles
discursos, indefiniciones, estrategias antidrogas inadecuadas, y como resultado,
el flagelo del narcotráfico sigue creciendo generando una peligrosa realidad
que corroe el tejido social y amenaza nuestra estabilidad nacional.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EPRESO, fecha 5 de enero de 2019