Nuestra Constitución vigente de 1993 incluye el tema de
la descentralización en el capítulo XIV (Descentralización, Regiones y Municipalidades)
cuyo primer artículo 188º señala:
“La descentralización es un proceso permanente que tiene como objetivo el
desarrollo integral del país”, recién en julio 2002 se promulgó la Ley 27783 (Bases
de la Descentralización) decretando que mediante la separación de competencias
y funciones y equilibrado ejercicio del poder por los tres niveles de gobierno
se debe alcanzar el desarrollo integral, armónico y sostenible del país. El
Perú es uno de los países más centralistas de la región (uno de cada tres
peruanos vive en Lima) lo cual interfiere en una gestión pública moderna, sin
embargo ya transcurrieron 27 años y no se ha cumplido con este importante
objetivo por falta de voluntad política y de liderazgo de nuestra clase
dirigente.
Por el contrario, en lugar de acercar el Estado a la
población para proveerla de mejores servicios con una descentralización
concertada y equitativa, lo único que se hizo es cambiar de denominación a los
25 departamentos en regiones, y muchos de estos gobiernos subnacionales han
demostrado limitadas capacidades en gestión, inversiones y control presupuestal,
además de presentarse altísimos niveles de corrupción, en los últimos años, en
las regiones se investigaron unos 400 casos de corrupción de gobernadores, y en
los 1,851 municipios fueron investigadas 530 autoridades ediles, esta situación
ha acentuado brechas entre las regiones en desarrollo y servicios públicos,
además de una desgarradora incapacidad para enfrentar demandas mínimas contra
la pandemia del coronavirus (covid-19) lo que está evidenciando altos niveles
de desigualdad de recursos, desarrollo y enorme fragilidad de muchas regiones y
municipalidades en servicios públicos, especialmente en salud, educación, agua
potable alcantarillado e
infraestructura, limitaciones que bloquean el desarrollo de nuestro capital
humano.
Bajo este panorama una de las principales acciones a
tomarse al revertirse esta crisis sanitaria debe ser retomar el inconcluso y
mal llevado proceso de descentralización con diferentes acciones, entre ellas,
fomentar la creación de macroregiones autosostenibles reduciéndose instancias
administrativas y concentrándose servicios comunes; lograr un esquema
descentralizado en la gobernanza, decisiones y forma de distribuir los
recursos; capacitar a los gobiernos regionales y locales para que mejoren su
gestión, formulación y evaluación de proyectos, prestación de servicios y
monitoreo y rendición de cuentas; articular los grandes corredores económicos
de las regiones, y promover las plataformas permanentes de diálogo entre los organismos de los tres
niveles de gobierno.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 16
de mayo de 2020