El miércoles 19 se conmemoró el 109° aniversario
de la incorporación del arma submarina en el Perú cuando un día como este en
1911 se afirmó el pabellón nacional en los sumergibles “Ferré” y “Palacios” en
los astilleros franceses Scheneider du Chalons, los cuales a su arribo al
Callao se convirtieron en las primeras unidades submarinas en Sudamérica, iniciándose
una tradición submarina que ha alcanzado gran reputación a nivel continental y
mundial. Nuestra fuerza de submarinos, de vasta
experiencia y solvencia profesional ha sido instructora de promociones de
submarinistas de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela y en el ámbito de
operaciones navales internacionales nuestros submarinos operan anualmente en la
costa atlántica de los Estados Unidos en ejercicios con buques de este país, y,
además, todos los submarinos han participado en importantes ejercicios con
diversas marinas continentales y en operaciones conjuntas internacionales.
La fructífera historia de los submarinos peruanos
se remonta al año 1866, cuando un ingeniero de origen danés radicado en nuestro
país, Federico Blume y Othon, diseñó una nave sumergible, para su construcción gestionó
durante 15 años apoyo gubernamental con resultados negativos hasta que finalmente
el presidente Piérola respaldó dicho proyecto que concluyó en Piura en junio de
1879 pero recién pudo ser probado con éxito en Paita al término del Combate de
Angamos por lo que se decidió hundirlo para evitar su captura. De haberse
podido concretar su construcción antes de la guerra con Chile, este sumergible
pudo haber cambiado el resultado de la historia.
Contamos en el Mar
de Grau con una eficiente capacidad disuasiva de seis submarinos de fabricación
alemana los cuales, como componente estratégico de la Marina de Guerra, en
conjunción con las unidades de las fuerzas de superficie, aeronavales, de
infantería de marina y de operaciones especiales, han permitido alcanzar en
nuestro vasto litoral el clima de paz que requieren los objetivos del desarrollo
nacional.
El arma submarina, además de
requerir de menores costos en mantenimiento, entrenamiento, operación y
personal, sus características de sorpresa y ocultamiento constituyen un
implícito elemento disuasivo. La flexibilidad operativa del submarino para
desplegarse y permanecer oculto por períodos prolongados cerca a territorio
enemigo, obligan a éste a un accionar y esfuerzo considerablemente mayor de
medios, restringiendo su libertad de acción.
Bajo este panorama, aunque
nuestros seis submarinos han cumplido entre 37 y 45 años de servicio
ininterrumpidos y se requiere proyectar su repotenciación, la fuerza de
submarinos nunca ha descendido en su profesionalismo, vocación, mística y
entrega.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 22 de agosto de
2020