El pasado día 31 la Oficina
de la Política Nacional para el Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP)
publicó un informe en el que estima que nuestros cultivos ilegales de coca se
incrementaron desde 52,100 hectáreas en 2018 hasta 72,000 en 2019, y la
producción de cocaína, de 505 toneladas hasta 704 (a nivel mundial se producen
anualmente alrededor de 1,700 toneladas), cifras altísimas por la gravedad que
representan, la cocaína que producimos genera aumento de consumo y crisis de
adicción en diferentes países del mundo, y en nuestro país, una peligrosa realidad de incremento de delitos por
consumo que corroen el tejido social y amenaza nuestra estabilidad nacional.
Tanto el presidente ejecutivo de la
Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), Rubén Vargas, y
la Cancillería peruana, rechazaron estás cifras argumentando errores de cálculo
debido a que no redujeron 9,000 hectáreas de hoja de coca que es utilizada para
consumo tradicional ni tampoco reconocen la erradicación de 25,000 hectáreas durante
2019. Sin embargo, para refutar las cifras de la ONDCP, que año a año nos viene
advirtiendo sobre estos preocupantes incrementos (y Vargas igualmente los
refuta con los mismos argumentos de errores de cálculo), se debería hacerlo con
cifras oficiales que increíblemente, siendo presidente ejecutivo de Devida, no las tiene, y las que maneja
son muy inciertas y poco confiables, además, debería considerar las resiembras,
mayor rendimiento y productividad de cultivos, mediciones no contabilizadas,
etc.
A pesar de que desde 2017 se encuentra
vigente la Estrategia Nacional 2017-2021 para atención
integral de drogas (que incluye el Vraem), Vargas, al asumir el cargo presentó
una nueva Estrategia Vraem 2021 aprobada en octubre 2018, la cual no resuelve nuestro principal problema del permanente incremento de
cultivos ilegales y producción de cocaína, el problema es que Devida ha
desvirtuado su cargo de rector de
política y estrategia nacional en la lucha contra el tráfico ilícito y consumo
de drogas y actualmente viene desempeñándose como coordinador
de acciones para el desarrollo del Vraem, labor muy plausible y encomiable, pero que le corresponde directa y funcionalmente
a otros ministerios.
Bajo este panorama, lo cierto es que ostentamos el vergonzoso segundo lugar como productor
y exportador mundial de cocaína (después de Colombia) y
no tenemos información oficial sobre nuestros cultivos ilegales de coca desde
hace 2 años (2018), y peor aún, sin cifras oficiales de producción de cocaína
desde hace 12 años (2008).
Artículo de Alfredo Palacios Dongo
publicado en el diario EXPRESO, fecha 8 de agosto de 2020