Quedan
4 días de plazo (hasta el miércoles 30) para que los candidatos a la
presidencia de la República sin afiliación partidaria se inscriban en un
partido político para postular en las elecciones del 11 de abril 2021 (ley
31038: normas transitorias para las elecciones generales 2021 en el
marco de la emergencia sanitaria). Solo en esta situación los 24 partidos
políticos inscritos en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) recién
aparecen después de haber invernado en períodos no electorales conjuntamente
con la proliferación de candidatos, y muchos de estos partidos son desconocidos
y sin capacidad de congregar ni una mínima cantidad de militantes inscritos y
participantes activos, también otros partidos, buscan con vehemencia y
desesperación negociar ofreciéndose como “vientres de alquiler” con aspirantes
que tengan probabilidades de alcanzar más votos (peligroso atentado contra la
democracia), ya vemos como algunos candidatos se van inscribiendo en partidos
que jamás han militado, que no tienen coincidencias con principios ni
postulados, pero lo hacen por interés y obligados por exigencia de la ley.
En el texto sobre
democracia interna aprobado en el Congreso, continuando las conocidas tretas y
costumbres para manejar las listas congresales, aprobaron que las cúpulas de
los partidos, de acuerdo a su normativa interna, puedan confeccionar sus
propias listas, y aunque existe la alternativa de realizar elecciones internas
con votos de los afiliados. ésta ha debido ser la única opción democrática para
que los partidos formulen sus listas congresales a través del voto de cada
militante afiliado, libre, voluntario, directo y secreto; los partidos
políticos, en lugar de considerar una selección más estricta y cuidadosa
la manejan a su entero interés partidario lo cual origina Congresos mediocres
con congresistas que no honran sus compromisos y actúan con ignorancia
disciplinada y absolutamente desconectados de la población.
Bajo este panorama, a
los partidos políticos, como base social de nuestra sociedad, les compete promover
la participación ciudadana en la política y representarla e intermediar como
interlocutores de sus demandas y necesidades con el Estado, pero no lo cumplen
porque no se identifican con la ciudadanía y están alejados del interés
mayoritario debido a serias deficiencias de institucionalidad, transparencia y
orden, bajos niveles organizativos y falta de vida orgánica seria y persistente,
ausencia de mecanismos, cuadros y propuestas, mal manejo de democracia interna
e insuficiente competencia para elegir liderazgos, predominio del caudillismo,
carente formación y renovación de cuadros y falta de representantes legítimos y
de dirigentes capacitados.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 26 de setiembre de 2020