El
comunista marxista leninista Castillo, en 6 meses de gobierno de continua
crisis, ha generado enorme inestabilidad y transgredido en varias instancias,
nuestra Constitución, entre las más graves, el despacho paralelo fuera de
Palacio en la calle Sarratea (Breña), tráfico de influencias e injerencias en
ascensos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, intervenciones en
licitaciones (Puente Tarata en San Martín y Petroperú), y declarar públicamente su propuesta de
entregar soberanía marítima a Bolivia mediante un referéndum, lo que colinda
con la traición a la patria.
Hace 4 días juramentó
su cuarto gabinete de confrontación con Aníbal Torres como Premier, su escudero
personal, personaje que no generará consensos por agresivo, conflictivo, errático
(recordemos que el viceministro de Justicia Andía, al renunciar, nos alertó que
Torres es “autoritario, menosprecia el trabajo técnico y maltrata injustificadamente
a profesionales de su equipo”), este escenario contradice lo que anunció
Castillo: “la conformación de un gabinete más participativo y de ancha base”, contrariamente,
continúa eligiendo, con poquísimas excepciones, a ministros cuestionados con
reducida capacidad y trayectoria, además. sigue copando las instituciones con
funcionarios y trabajadores nombrados a dedo, sin meritocracia, y privilegiando
a paisanos, amigos y gente del partido, atropellando la institucionalidad, también
a asesores en la sombra y a prefectos vinculados a Conare-Movadef,
justo para los comicios de octubre.
Podríamos pensar que el
comunista Castillo es un especialista es cometer errores, pero no es así, su intención
es cambiar la Constitución y para ello busca disolver el Congreso, quiere hacer
del Perú una Cuba, Venezuela o Nicaragua, por eso evita tachar como dictaduras
a estos países, la designación de Torres como Premier podría significar que
busca que el Parlamento no le de la confianza para iniciar el proceso de su
disolución. El comunismo marxismo leninismo actualmente en el gobierno, siembra
el caos en la política porque es sinónimo de destrucción, incita el odio y
promueve la lucha de clases, apunta a controlar todo el aparato estatal con lo
que promueve la corrupción.
Bajo este panorama, estamos en una nociva coyuntura, el futuro de nuestro
país se oscurece peligrosamente con este gobierno que con actitudes
totalitarias ha tomado un camino muy divergente al fortalecimiento democrático
y la construcción del bien común y la ética política. Los 33 millones de
peruanos no merecemos este gobierno, todos los demócratas (principalmente los políticos
democráticos) tenemos la responsabilidad de impedir que estos comunistas extremistas
nos avasallen con acciones radicales y destruyan nuestra democracia y nuestras
libertades individuales, de expresión, de mercado, de empresa, industria,
finanzas, y se perpetúen en el poder.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en
el diario EXPRESO, fecha 12 de febrero de 2022