El concepto de progreso social se refiere a la mejora y avance continuo y sostenible de las condiciones de vida, bienestar y desarrollo humano en una sociedad, a fin de que todos sus integrantes tengan una mayor calidad de vida, acceso a más oportunidades, una reducción de las desigualdades, construcción de comunidades más resilientes, y, para lograrlo, sobre la base de políticas públicas y programas de gobierno, se deben alcanzar avances significativos en áreas de educación, salud, infraestructura, erradicación de la pobreza, acceso a servicios básicos y justicia social.
En marzo pasado fue presentado el Índice de Progreso Social Mundial 2025 (IPSM) por el Social Progress Imperative, liderado por Michael Porter (Universidad de Harvard) y Scott Stern (Sloan School of Management), en colaboración, para el caso peruano, con Centrum PUCP y la organización Hombro a Hombro. Este IPSM analiza el desempeño social de 170 países del mundo en 3 dimensiones: necesidades básicas humanas, fundamentos del bienestar y oportunidad, los cuales son medidos a través de 57 indicadores, entre los más importantes: nutrición y cuidados médicos básicos, agua y saneamiento, seguridad personal, acceso a conocimientos básicos y a educación superior, salud y bienestar, calidad ambiental, derechos y voz, libertad personal y de elección e inclusión.
En dicho IPSM, el Perú ocupa el puesto 84 (67.61 puntos sobre 100) entre 170 países presentando una tendencia de deterioro en los últimos 5 años no logrando consolidar un progreso social sostenido; como comparación, en el mundo, Noruega ocupa el primer puesto (91.95 puntos), y en Latinoamérica Chile mantiene el primer puesto en la región (puesto 36° a nivel global con 79.26 puntos). El deterioro de nuestro país se explica por haber ocupado últimos puestos en indicadores claves como enfermedades infecciosas (121°), tasa de mortalidad materna (101°), agua y saneamiento (104°), seguridad personal (114°), violencia política (121°), percepción de inseguridad (133°), acceso a educación de calidad y aprendizaje de los niños (125°), acceso a servicios de salud (119°), empleo vulnerable (109°), mujeres con educación avanzada (119°), entre otros.
Bajo este panorama, si bien es cierto que la economía es importante para el desarrollo de un país, el avance del PBI está muy lejos de representar el único factor determinante del progreso social, es decir, del nivel de bienestar o calidad de vida de la población, que en nuestro caso, los últimos puestos registrados en indicadores claves del IPSM demuestran el deterioro, carencias y enormes falencias que tenemos en las necesidades básicas humanas, fundamentos del bienestar y oportunidades entre los pobladores. El camino más efectivo para impulsar el progreso social son las políticas públicas y las correctas y transparentes decisiones de inversión social.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 26 de abril de 2025